No me siento identificada con los movimientos feministas en los que sus promotoras rechazan que la mujer sea un objeto sexual, pero recurren a su cuerpo para expresar una ideología.

Soy hija, esposa y madre, pero no podría ser nada de eso si no fuera mujer. Más allá de la parte física me definen características biológicas que me han permitido disfrutar del sexo, del embarazo, de la lactancia y hasta de los procesos hormonales. Realmente ¡disfruto ser mujer, por dentro y por fuera!

Con la oportuna intervención de mi esposo, en mi cuerpo se formaron dos niñas que ya han crecido lo suficiente para poner atención a mis palabras cuando les pido que aprovechen las oportunidades, que no desperdicien su potencial, que con esfuerzo pueden lograr todo lo que se propongan, que no permitan que les falten al respeto, que no se dejen cuando alguien menosprecie sus cualidades, especialmente aquellas que tienen que ver con su esencia de mujer.

También me escucharon cuando las invité a caminar a mi lado en la marcha por la familia, para exponer nuestro compromiso #provida. Me han visto trabajar con pasión en este blog para dejar una huella positiva en la vida de alguien más.

¿Eres feminista?

Cuando la pequeña, de 15 años, me preguntó si yo era feminista, le manifesté en qué creo y dónde me sitúan esas creencias, pero su interrogante me llevó a reflexionar en la parte de la historia que las redes sociales y medios le están contando.

Valoro el esfuerzo de las mujeres, ellas que en la panadería, en la maquila, en el campo, en la universidad, en el espacio, en el hogar y en las ciencias están marcando la diferencia con su esfuerzo y dedicación. Las que no están en las marchas porque están viendo cómo sacan adelante a su familia, las que han tenido la opción de abortar después de una violación y han decidido dar a su hijo en adopción, las que fueron violadas y se atrevieron a restaurarse… Ellas son las mujeres que admiro, no las que con una causa correcta acuden a una ideología incorrecta.

Para mí las marchas deben exigir que la ley se cumpla sin favorecer a las minorías, que se aplique indistintamente del sexo del agresor o agredida. He oído coreografías del #violadorerestú, pero no he sabido de ninguna iniciativa que promueva que el violador o el asesino reciba el peso de la ley, no conozco espacios donde cuidan a quienes deciden no abortar o de los centros médicos que financian para cuidar a las mujeres violadas.

Un movimiento no puede ir en contra de la ley . En la constitución de Guatemala se establecen los deberes del Estado con la persona humana. “El Artículo 1. Protección a la Persona. El Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia; su fin supremo es la realización del bien común. Artículo 2.- Deberes del Estado. Es deber del Estado garantizarle a los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona”. En estos párrafos estamos incluidas.

Provida

Discrepo de las iniciativas que pretenden enseñar a las nuevas generaciones a usar métodos anticonceptivos, ¡por favor! ya sabemos que estos no son infalibles, es como fumar y esperar que no desarrollemos cáncer. El feminismo exige leyes para legalizar el aborto bajo el discurso de «decidir sobre nuestro cuerpo», pero olvidan que esta decisión anula al otro cuerpo. «Ni una menos» dicen, pero quieren quitarle la posibilidad de nacer.

En el tema de los embarazos producto de una violación a niñas, debo decir que tampoco lo veo como opción. Conozco a familias que han sido felices de adoptar niños cuyos padres biológicos no los quisieron. También a mujeres violadas que restauraron su mente y su alma, tuvieron a sus hijos y hoy son madres realizadas.

Nunca he leído que promuevan mensajes que enseñen a eliminar el machismo en casa. Los niños se convierten en adultos moldeados por su entorno. Lejos de destruir a la familia como sigilosamente impulsan, se deberían promover los valores en el hogar, este debe ser el lugar donde se proteja a las niñas.

¡Destruir un monumento no cesará las muertes o las violaciones! El odio y la ira que promociona el feminismo fractura nuestra sociedad. Ese odio que se aplaude a través de libros que destacan el “poder revolucionario de la ira de las mujeres” debería moderarse.

Escuché a la exfeminista brasileña Sara Winter, definir el “feminismo como un movimiento social, cultural y académico de base totalitaria que, financiado por hombres multibillonarios, explota mujeres que han sufrido violencia psicológica o que son ignorantes, las transforma en marionetas políticas para usarlas, enriquecerse más y perpetuar sus generaciones en el poder”. A través de su historia entendí cómo un dolor que no sana es capaz de encontrar eco en corrientes que manipulan nuestra identidad.

Apoyémonos, curemos las heridas de otras para que puedan educar desde una visión sana, no permitamos que nos manipulen. Si no te sientes identificada con estos movimientos, por favor no guardes silencio. Las siguientes generaciones necesitan conocer tus argumentos. Contemos la otra parte de la historia, defendamos aquello en lo que creemos, profundicemos, estudiemos y analicemos para argumentar adecuadamente.

Nuestra generación no se habrá lamentado tanto de los crímenes de los perversos, como del estremecedor silencio de los bondadosos.

Martin Luther King.

Expongamos nuestra voz, por ellas, por nuestras niñas, por su presente y por su futuro.