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Desacelerar la vida: con o sin anestesia

Desacelerar la vida: con o sin anestesia

En el arranque del 2024 inicié un viaje “forcivoluntario” para desacelerar mi vida que me llevó a entender la diferencia de hacerlo con o sin anestesia.

No había terminado la euforia ni la lista de planes que tenía para el 2024 cuando, en la primera semana de enero, di positivo para COVID 19. La primera vez, en 2022, tuve síntomas tan leves que lo primero que pensé fue ¡qué bueno que no es dengue!

Sin embargo, un fuerte dolor de huesos, fiebre y un permanente dolor de cabeza empezaron a complicar mis días. Los primeros síntomas iniciaron a menguar, pero el dolor de cabeza parecía no ceder.

Junto con los medicamentos, mi doctor enfatizó la necesidad del reposo, pero en mi mente el término no encontraba eco.

10 días después del diagnóstico me sentaba frente a la computadora, pero no podía concentrarme, me sentía mareada, olvidaba cómo nombrar cosas, no podía leer y cuando me forzaba a hacerlo no recordaba nada al finalizar el párrafo. La situación se prolongó durante 15, 20, 25 y 30 días…

Cada semana volví a la clínica para que el doctor me diera algo distinto o que sí funcionara, porque en mi mente un “catarro” no podía sacarme de la jugada tantos días. Tenía cierta urgencia por retomar mi vida o peor aún, por reponer las semanas en las que literalmente no pude trabajar.

En una de las consultas, el doctor, que además de su especialidad en homeopatía tiene una gracia particular como psicólogo, cuestionó mi vida tan acelerada, mi reticencia para descansar, para hacer una pausa. Después de varias sesiones y muchas lágrimas tuve que escuchar una frase que me pegó fuerte en algún lugar de mi alma: su discurso de todo lo puede la llevó hasta acá, la pregunta es si es sostenible para las siguientes etapas de su vida.

Sutilmente me recordó que pedir ayuda no es malo, que enfermarse es parte de la vida y no es un pecado, que reconocer que tenemos limitaciones es un signo de valentía y no de debilidad como probablemente yo lo percibía.

En pocas palabras el COVID evidenció que mi sistema nervioso estaba pidiendo pelo y no fui capaz de escucharlo ni de reconocerlo antes a través del cansancio o del insomnio. El dolor de cabeza empezó a disminuir casi 6 semanas después de haberse instalado en mi orgullo y en mi armadura, no fue fácil tratar con él, ni siquiera me atrevía a nombrar las emociones que despertaba en mi interior: miedo, frustración, enojo, dolor… Reconocer que necesitaba desacelerar mi vida fue igual de complicado.

Fue después que llegué a valorar en su justa dimensión la salud y la vida. Yo “creí” hacerlo, pero esos periodos en los que sentí perder la lucidez y mi capacidad intelectual me hicieron atesorar esas aptitudes. Fue así como inicié un viaje “forcivoluntario” de desaceleración. Empecé por verbalizar mis miedos y los sentimientos para mí misma y luego con mi familia –el círculo donde quería verme más fuerte–. Tres meses después sigo trabajando en establecer límites, en no sobrecargar mi vida y en vivir más presente.

Síndrome de “superwoman”

En el proceso de inmersión descubrí el síndrome de “Superwoman”, que según los especialistas es un trastorno silencioso que afrontan las mujeres de fin de siglo, aquellas que aprenden a aparentar ser súper fuertes, que no necesitan de nadie, se acostumbran a vivir con altos niveles de estrés, insomnio y se autoexigen demasiado. Su cuerpo empieza a mandar señales como molestias gastrointestinales, dolor de cabeza, trastornos alimenticios o hipertensión; trastornos psicológicos y emocionales como ansiedad, pérdida del deseo sexual, insatisfacción o depresión.

Todo esto se disimula bajo las consecuencias positivas como el placer de saborear el éxito, reconocimiento, admiración, posible alta autoestima, autoapoyo, seguridad y confianza.

También puedes leer: ¡Hey, detente y respira!

En otras palabras, la “superwoman” se proyecta como una mujer exitosa, protagonista en su trabajo, perfeccionista y llena de logros porque detrás de una meta, viene otra y otra… Nunca es suficiente, siempre quiere más.

Si bien el mundo exige competitividad, ritmo acelerado e impone metas, sus exigencias no son externas, sino de sí misma. La vida la ha llevado a establecer su propio listón muy alto.

Pasos para superar el síndrome de “superwoman”?

Aunque los puntos para salir de este síndrome parecen sencillos, requieren un proceso de inmersión profunda, de cambiar el chip.

1. Reconoce los síntomas y en qué medida los padeces, por ejemplo, yo tuve que aprender que el insomnio no es algo normal ni a lo que deberíamos de acostumbrarnos.

2. Reflexiona de dónde vienen tus propias exigencias. Alcanzar el éxito en tu vida es importante, pero ¿vale la pena dejar la vida en el proceso? ¿Qué quieres demostrar? ¿Esa es el ejemplo que quieres darles a tus hijos?

3. Elimina el temor del fracaso. ¿Dónde aprendiste que fracasar es tan negativo? Los tropiezos –llámese divorcio, perder un trabajo o un negocio– son lecciones que nos permiten crecer como seres humanos.

4. Admite que te cansas, que tu energía no es ilimitada y a partir de ahí establece límites para decir no a otros y sobre todo para decirte no.

5. Pide ayuda. Hay gente a tu alrededor que no dejará de admirarte si de pronto te dejas ayudar.

6. Priorízate. Dedica tiempo para descansar, para hacer pausas.

7. Busca un especialista, un profesional que te acompañe antes de que sea tarde. Mi temperamento requiere sesiones contundentes, explicaciones claras y paciencia, por eso mi agradecimiento lo duplico con mi doctor.

Es probable que esta columna propicie que algunas personas me cuestionen porqué no las llamé o porqué no les comuniqué cómo me sentía, la respuesta es muy obvia… Afortunadamente junto a mi doctor hubo algunas personas que estuvieron ahí sin juzgarme… A ellas, mi agradecimiento por estar en esos momentos complejos, aprovecho para pedirles que por favor se queden para recordarme que no debo regresar a esos malos hábitos de creer que puedo con todo y vuelva a pasar sobre mí misma.

Para ti la pregunta del millón ¿cómo quieres pasar tu proceso: con o sin anestesia?

https://mejorconsalud.as.com/sindrome-superwoman

Mujer, esposa y madre. Robadora de frases. En proceso de construcción. Amante de los viajes, buenos libros y museos.

Marly Leonzo – who has written posts on Ladrona de frases.


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