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¡Detenerse para seguir adelante!

Me siento agradecida por la segunda oportunidad que la vida me ha dado y estoy decidida a aprovecharla al máximo, porque ahora sé que, a veces, detenerse es la mejor manera de seguir adelante.

Durante casi tres años, mi vida fue una vorágine sin pausa. Fue un torbellino de cambios, desafíos y metas que parecían interminables. Todo comenzó cuando decidí mudarme a otro país por amor.

Era una aventura emocionante, pero también desafiante. De repente, me encontré inmersa en un lugar nuevo, con una cultura diferente y lejos de todo lo que conocía.

Pero no tuve tiempo para asentarme. Justo al llegar, nos vimos envueltos en una pandemia mundial. En lugar de permitirme detenerme y adaptarme, me lancé de cabeza a la búsqueda de formas de integrarme a esta nueva realidad. Comencé un primer Máster, decidida a seguir avanzando, a seguir creciendo.

Pero un máster no era suficiente. Mi sed de conocimiento y superación me llevó a embarcarme en otro, simultáneamente. Estaba decidida a recuperar el tiempo perdido, a demostrar mi valía en este nuevo entorno. Sin embargo, en mi afán por alcanzar el éxito, caí en las garras del síndrome del impostor. ¿Podría realmente estar a la altura? ¿Podría competir en un mundo nuevo y desconocido?

Un año después, logré otro hito: comprar mi propio coche. Fue un símbolo de independencia y libertad, una señal de que estaba progresando en mi nueva vida. Sin embargo, mi agenda seguía tan abarrotada como siempre. Entre los estudios y el trabajo, apenas tenía tiempo para respirar, para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

Y entonces, en octubre, llegó la oportunidad que había estado esperando. Una oferta de trabajo que prometía un desarrollo profesional significativo y la oportunidad de ayudar a los demás. Era un sueño hecho realidad, pero pronto se convirtió en una pesadilla. Los días se convirtieron en una maraña interminable de trabajo, estudios y compromisos. De lunes a viernes, trabajaba largas horas frente a la pantalla, apenas teniendo tiempo para comer o descansar. Mi vida personal se desvanecía ante mis ojos, eclipsada por las demandas del trabajo y los estudios.

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Mi esposo, mi roca en medio de la tormenta, comenzó a notar los cambios. Ya no comíamos juntos, ya no teníamos tiempo para conversar o simplemente estar juntos. Me estaba perdiendo a mí misma en la vorágine del trabajo y las responsabilidades, y él lo veía claramente.

Fue entonces cuando la vida intervino de manera abrupta y contundente. Un accidente automovilístico, un freno brusco, y de repente, mi mundo se detuvo. La sangre, el dolor, el miedo. Fue un despertar abrupto, un recordatorio de mi propia vulnerabilidad y fragilidad. En un instante, todo lo que había estado persiguiendo se desvaneció, reemplazado por una sola certeza: necesitaba detenerme, respirar y cuidar de mí misma.

Mis heridas están sanando con el tiempo, pero el impacto emocional perduró mucho más. Me vi obligada a enfrentar la realidad de mi vida, a reevaluar mis prioridades y a tomar decisiones difíciles. Decidí renunciar al trabajo que tanto había deseado, a las responsabilidades que tanto me habían consumido, y priorizarme a mí misma y a mi bienestar.

Fue un proceso largo y doloroso, pero también liberador. Aprendí la importancia de la autocompasión, de escuchar mi voz interior y de ponerme en primer lugar. Aprendí a valorar cada momento de calma y tranquilidad, y a no dejarme arrastrar por la vorágine del mundo exterior.

Hoy, miro hacia atrás y veo el accidente como un punto de inflexión en mi vida. Fue un recordatorio de mi propia humanidad y vulnerabilidad, y una oportunidad para crecer y aprender. Me siento agradecida por la segunda oportunidad que la vida me ha dado, y estoy decidida a aprovecharla al máximo. Porque ahora sé que, a veces, detenerse es la mejor manera de seguir adelante.

Y sobre todo, deseo de todo corazón que la vida no te tenga que detener de la manera que lo hizo conmigo.

Apasionada por fomentar una cultura empresarial inclusiva y motivadora.

Carmen de la Peña González – who has written posts on Ladrona de frases.


Carmen de la Peña González

Apasionada por fomentar una cultura empresarial inclusiva y motivadora.

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