Detenerse no siempre es fácil. A menudo, el miedo susurra que si haces una pausa te perderás de algo, pero guapa, la verdad es que las pausas te fortalecen y ayudan a avanzar.

¡Hola amigas! Hoy quiero sentarme con ustedes, como si estuviéramos compartiendo un café en la tranquilidad de una tarde libre. Quiero que nos detengamos a reflexionar sobre algo que, aunque pueda parecer simple, es aboslutamente poderoso y tiene el potencial de ser sanador en nuestra vida: el poder de hacer pausas.

Consideren la vida como un viaje largo, por carreteras desconocidas, con muchas curvas, subidas, bajandas y paisajes cambiantes. Durante años, mi esposo y yo abordábamos nuestros viajes de trabajo como si fueran carreras contra el tiempo, enfocados intensamente en llegar a nuestro destino lo más rápido posible. Esta prisa nos hacía pasar por alto los paisajes y los momentos especiales que podríamos haber disfrutado juntos. No nos dábamos cuenta del estrés que acumulábamos, siempre evitando cualquier distracción para no «perder tiempo». Sin embargo, un cambio de perspectiva transformó nuestra experiencia: decidimos que cada viaje no solo debería ser hacia un destino, sino una oportunidad para disfrutar del camino, como si cada salida fuera una prolongada luna de miel.

Soy madre de tres maravillosos hijos ya adultos, esposa desde hace casi tres décadas y consultora en mi propia empresa desde hace veinte años. Creo que algo he aprendido sobre correr maratones, tanto en la vida personal como profesional. Y una de las lecciones más valiosas ha sido precisamente aprender a detenerme.

Detenerse no siempre es fácil. A menudo, el miedo me susurraba que si me detenía me perdería de algo, o peor aún, retrocedería. Pero, guapas, ese miedo solo es una trampa de nuestra inconciencia, no tiene sustancia, no prevalece. La verdad es que las pausas nos fortalecen. Nos permiten volver a encontrarnos con nosotras mismas, escuchar nuestra voz interior, recordar hacia dónde queremos ir y sobre todo para qué queremos llegar ahí.

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Personalmente he logrado identificar diferentes tipos de pausas, porque no todas son iguales ni sirven al mismo propósito. Algunas pausas son forzadas, producto del miedo o la impotencia; otras surgen del agotamiento físico o emocional. También hay pausas que ocurren porque simplemente no sabemos cómo avanzar. Sin embargo, hay un tipo de pausa que elijes conscientemente, que forma parte de cuidarte y asegurarte de que estás lista para los desafíos futuros. Esta última es la que más poder tiene para transformarnos y transformar cada aspecto de nuestras vidas.

Elegir detenernos es un acto de coraje. En un mundo que sobre valora la constante actividad, tomarse un momento para respirar puede parecer contraproducente. Pero es aquí donde radica el poder de la pausa. Al detenerte, puedes reevaluar tus prioridades, conectar con tus necesidades y escuchar tu intuición. Esta pausa consciente te permite volver a tu centro, alejada del ruido externo y las expectativas ajenas. Y sabes qué, es una manifestación de auto gobierno, auto cuidado y una elevada conciencia. Si no aprendemos a cuidar de nosotras, a mantenernos despiertas y alineadas con nuestra sabiduría interior, el ruido y la masa secuestran nuestra mente con creencias irracionales de auto exigencia, éxito y aparente productividad.

Yo nos invito a liberarnos del miedo a detenernos. No solo cuando el cansancio nos pese en los hombros, o cuando el ruido del mundo nos ensordezca y hasta intímide. Hagámoslo como un ritual de preparación, un momento sagrado para conectar con nuestra esencia y con nuestros sueños. Que la pausa no signifique huir de algo, sino la fuerza para seguir avanzando en la dirección que deseamos.

Hermosas, cada una de nosotras tiene su propio ritmo. Lo importante es que aprendamos a escuchar nuestras necesidades sin miedo ni culpa,  para asegurarnos que cada paso que damos esté lleno de propósito y alegría. Las pausas no son tiempos muertos, son puentes hacia una vida más plena y consciente, esa que merecemos y desde la que suamos mayor valor al mundo que nos rodea.

Mis mejores deseos para tu vida.