De vez en cuando es importante reconocer que lo que estás viviendo no es fracaso, solo es un desvío para que puedas volver a lanzar la flecha.

Te abro mi corazón para compartirte cómo lo que yo catalogué como “fracaso”, fue solo un desvío que me ha llevado a cumplir mis sueños y anhelos.

No olvido el día en el que una maestra del colegio de magisterio nos dio el reto de escribir nuestras metas, línea de vida y todo lo que queríamos hacer en los próximos años.

Por supuesto, como toda una mujer soñadora y planificadora, fue una excelente oportunidad para soñar y organizar mi vida con tiempos exactos y puntos en los que no podía haber ningún retraso.

Inmediatamente me puse a escribir y determiné que a los 24 años estaría graduada de la universidad, a los 28 años tendría mi empresa relacionada al entorno educativo, a los 26 ya estaría casada y a los 30 tendrá mi primer hijo. También puse que iba tener mi clínica para aconsejar parejas y que tendría un programa de radio como el de Tuti Furlán.

En realidad, nada de eso se llevó a cabo. Cuando salí del colegio e inicié la universidad no fue lo que yo esperaba. En primer lugar, me costó demasiado el contenido de ciertas clases lo cual me frustró, pues yo siempre había destacado en el colegio por mis altas calificaciones.

Estudié Administración de Empresas y no finalicé hasta años después de lo planeado, en el ínterin estudié una especialización en Asesoría Educativa Familiar, participé en muchas actividades de voluntariado que me formaron diferentes destrezas, estudié para convertirme en planificadora de bodas y finalmente obtuve mi título universitario.

También puedes leer

Y por supuesto, para cuando todo esto pasó no tenía la edad que había escrito en ese cuaderno, así que creí que había fracaso al no lograr mi plan de vida.

Proceso de mejora

Después llegó a mis manos un libro que hablaba de cómo esos desvíos pueden tener una razón si le pedimos a Dios que nos muestre cómo cumplir Su propósito. A partir de ese momento comencé a tomarme de la mano de Dios para que me mostrara cuál era el camino por que debía transitar.

Estoy convencida de que hay muchas respuestas que se esconden dentro de nosotras mismas, por eso también me dispuse a evaluar mis propias áreas de mejora e identifiqué que cada lugar en el que había participado como voluntaria o como trabajadora, esas amistades adquiridas y las herramientas aprendidas podían ser útiles para el propósito que  estaba por cumplirse.

Además, fui intencional en mejorar y aprovechar cada oportunidad que llegaba a mis manos, incluso con temor aceptaba los retos, sabiendo que ayudarían a pulirme.

A partir de ese momento me he preparado, realizo cada elección con sentido. Entendí que puedo contribuir a mejorar mi mundo, pues cuando se piensa en dar amor a otros y le pedimos a Dios sabiduría para llevar nuestra vida de la mejor forma, los frutos se hacen visibles, encuentras paz en tu interior y la transmites a los demás a través de pequeñas acciones como una sonrisa o un abrazo.

Finalmente, todos esos sueños que escribí han llegado, transformados en otros que me han llenado de pasión: tengo una empresa que, aunque no está relacionada con la educación me permite ayudar muchísimo, además ¡sí llegué a la radio! comparto un programa con unos amigos maravillosos. La boda quizás llegue más adelante, pero de momento estoy disfrutando la vida que tengo.

Así que, si una parte de tus planes parece haber fracasado, observa bien y descubrirás que es solo un desvío para que puedas lanzar la flecha una vez más, pero ahora con la ayuda de Dios y su sabiduría.