Si alguna vez te has preguntado cómo orar por tus hijos, quiero decirte que no hay una fórmula, Dios siempre escucha las oraciones de una madre que anhela que a sus hijos les vaya bien.

Soy mamá primeriza y en unos meses más llegará nuestra segunda oportunidad de ser padres, ahora de una niña. Quienes son madres, seguro entienden esa emoción –y también responsabilidad– que se siente que Dios nos otorgue el privilegio de portar a nuestros hijos.

Aunque tengo la oportunidad de servir en un ministerio cristiano, debe confesar que nunca tuve muy claro cómo orar por mis hijos. Fue hasta que nos dieron la noticia que seríamos padres, cuando mi esposo inmediatamente me dijo “oremos”. Me quedé en silencio escuchando su oración porque de pronto no se me ocurría qué decir.

Recuerdo muy bien tres cosas que mi esposo mencionó: primero dio gracias por la vida que podíamos traer; segundo, porque fuera un hombre o mujer sana y tercero, que lo amará a Él y a las personas. Mi identifiqué con esa oración, así que por mucho tiempo la compartí y le pedí a Dios: que te ame a ti y que ame a las personas.

Hablando con una amiga sobre mi embarazo, ella me dijo, deberías de orar para que sea lleno del Espíritu Santo desde tu vientre. La verdad es que me encantó la idea que mi bebé conociera de esa forma a Dios, así que incorporé esta hermosa petición a mis oraciones mientras ponía la mano sobre mi vientre.

Efectivamente, Dios escuchó nuestras oraciones. José Juan nació completamente sano. Tengo presente una ocasión en la que mi suegro, que es pastor, estaba en la sala cargándolo y en verdad la presencia sobrenatural del Espíritu Santo descendió de tal forma que yo, estando en la cocina, la pude sentir. Vi hacia la sala y todos los que estaban sentados en ese lugar estaban llorando, como una manifestación de sentir Su presencia. Mi suegro empezó a declarar palabras sobre el bebé, le dijo: eres un hombre de Dios, no vas a dejar de creer en Él, no te vas a apartar de Su presencia, lo vas a buscar de día y de noche, vas a ser un hombre íntegro, esforzado, valiente, humilde…

Ese día comprendí que yo podía declarar palabras en la vida de mi hijo (eso se llama profetizar). Desde entonces lo hago. Declaro que es un hombre que ama a Dios, que cuando se confunda lo va a reconocer y va a pedir perdón, que es un hombre humilde, que es un campeón, que es fuerte y valiente, que se entristece cuando no hace algo bien y trata de no volverlo a hacer, que ama a sus amigos y a sus maestras, que ama fuerte y sus convicciones desde pequeño son claras, que tenga buenas y largas amistades sanas y así me inspiro… Profetizo sobre su vida y oro según la etapa está viviendo.

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Creo mucho en el poder de la oración y tengo la certeza que todo lo que declaro en su vida se va a cumplir.

No creas que hay que tener un título especial dentro de una iglesia para que el Señor escuche tus oraciones, Él no necesita etiquetas para escuchar las oraciones de una madre. Tampoco existe un método o sistema para hablar con Él, pues somos Sus hijas.

Si aún no oras por tus hijos te dejo mis anécdotas para que comprendas que detrás de una oración solo hace falta un corazón genuino, que hable con naturalidad lo que espera que Dios obre en la vida de ellos. Inténtalo. No importa la edad que tengan, nunca es tarde para empezar.