Yo soy el producto de la presencia de alguien más, incluso la presencia de aquellas personas que me han lastimado y no me han sabido querer.

¿Te has puesto a pensar que para que tú existieras debieron alinearse y coordinarse una infinita cantidad de eventos en el orden justo para que tus antepasados, hasta llegar a tus padres… hicieran posible que llegaras a este mundo?

Ninguna de nosotras está aquí de casualidad. Así que ¿cómo me convertí en yo? Es una pregunta que intentaré responder desde varios puntos de vista, considerando que soy el producto de muchas personas antes que yo, y que mi vida es nada más que un puente, para que quienes vienen detrás de mí puedan pasar y caminar lo que les toca.

La palabra convertir implica cambiar o transformar una cosa en otra, o hacer que alguien llegue a ser algo que antes no era. El día que mis padres decidieron tenerme, me convirtieron de idea a realidad. Mis hijos me convirtieron en madre, el día que le pedí a Dios que me confiara la misión de traerlos al mundo. Todos somos el producto de la presencia de alguien en nuestra vida. Incluso la presencia de aquellos que nos han lastimado y no nos han sabido querer. Esos maestros nos han motivado a levantarnos y aprender lecciones que tal vez de otra manera no habríamos aprendido.

No es posible bañarse dos veces en el mismo río, porque nuevas aguas corren siempre sobre ti.

Heráclito

Cuando tenía 10 años era una, a los 37 era otra. Ahora tengo 52 y no soy la misma de ayer.  En 20 años, quién sabe… ¿Cómo serás tú o cómo seré yo? ¿Dónde estarás tú? ¿Dónde estaré yo? Me gusta pensar que donde sea que esté, y quien sea me haya convertido, seguiré creciendo como persona, seguiré amando la vida y seguiré dando gracias por las oportunidades que lleguen a mí.

Lo que sea que haya logrado hasta el día de hoy, sé que mañana saldrá el sol y será otro día para seguir haciendo lo mejor que pueda. Vivir así le da sentido a mis días. En Japón utilizan la palabra ikigai que equivale a la razón para vivir, eso que te saca de la cama cada día. Mi ikigai es aprender. La manera en la que vivo mi ikigai es enseñando. Creo que disfrutaré de la aventura del aprendizaje hasta el último de mis días.

También puedes leer Cómo me convertí en veterinaria

Por eso, hace 15 años decidí poner atención al cambio tecnológico. Decidí que, aunque fuera de la generación X, no iba a quedarme en el limbo en medio del cambio. Decidí crear mis oportunidades y ser la persona rara que hablaba de cosas raras.  Así es como me convertí en “experta” en marketing digital. La palabra experto se refiere al “que tiene experiencia”, y se relaciona con probar y ensayar. No significa jamás haberse equivocado, sino todo lo contrario. Significa haberse expuesto a aprender todas las posibles formas en las cuales algo funciona o no funciona. Para mí, significa vulnerabilidad y curiosidad en acción, con la promesa del premio más valioso: el aprendizaje.

Gracias a la impermanencia, todo es posible.

Thich Nhat Hanh

Lo que hoy parece improbable, mañana puede ser mi nueva realidad. Quién sabe, puede que en unos años mi corazón cambie y decida darle a mi vida un giro de 180 grados. De lo que estoy segura es que siempre buscaré convertirme en una mejor versión de mí. Los años pasarán y mi cuerpo cambiará, seré diferente, pero no me preocupa, porque sé que el cambio es la única constante. Abrazo el cambio en mi vida y le doy la bienvenida. Así es como me convierto cada día un poquito en más en mí.

Mi deseo es que pueda convertirme en una persona en quien otros encuentren paz, compasión y un buen consejo. Deseo convertirme en alguien que siempre esté rodeada de amigos y familia, pero que sepa estar consigo misma. Alguien que sepa vivir en el presente, que aprenda a ir despacio y a dar gracias por todo. Alguien que haya hecho las paces con el miedo y la prisa, que sepa sonreír y mantener la fe. Alguien que siempre recuerde que mañana es otro día y una nueva oportunidad de reinventarse.