No es usual que las mamás se tomen en serio el autocuidado, sin embargo, es necesario para su salud mental y para cuidar a los que aman.

Con frecuencia escuchamos hablar sobre salud mental, pero ¿a qué se refiere el término? En general es el estado de equilibrio social y conductual de una persona, donde sobresale la capacidad de afrontar dificultades que nos presenta la vida, la percepción y juicio de la realidad de nosotras mismas.

Con tantas cosas que nos abruman diariamente, como llevar a los hijos al colegio, coordinar la comida, ver tareas, administrar el hogar, desempeñar las tareas del trabajo, entre otras. Es fácil perder ese equilibrio.

¿Por qué es tan importante que una madre esté o tenga salud mental? La respuesta es sencilla, regularmente ellas tienen a su cargo el cuidado de los hijos o de la familia. Cuidarse a sí mismas les permite cuidando a otros.

Tal como las instrucciones del avión, si la presión del avión baja en pleno vuelo y se requiere del uso de las mascarillas, es preciso que el adulto se coloque su propia mascarilla antes de ayudar a los pequeños a colocarse la suya. Esto no es un acto de egoísmo, simplemente es la forma correcta de poder ayudar a otros.

Cuando hablamos de autocuidado nos referimos a la capacidad de las personas para promover la salud mental, prevenir enfermedades con o sin el apoyo de profesionales. Significa que nosotras adquiramos el conocimiento, herramientas o estrategias que nos permitan resolver problemas cotidianos como el estrés o una crisis de salud.

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Aunque el autocuidado se traduce de diferentes maneras para cada persona, hay algunos elementos que aplican para todas:

• Actividad física: mejora la salud física y mental, aumenta la energía y ayuda a reducir el estrés por medio de la oxigenación cerebral. Permite que disfrutemos más la vida y brinda una nueva perspectiva de resolución de problemas. Se ha comprobado que el ejercicio permite tener menos ansiedad.

• Alimentación saludable y una adecuada hidratación: en otras palabras, significa esto que respetemos nuestras horas para comer, que incluyamos en la dieta vegetales y comidas con menos cantidad de grasa saturada. La digestión afecta directamente nuestro estado mental y si mantenemos menos carga intestinal el cerebro puede contar con una mejor irrigación que nos permite enfocarnos mejor.

• Ciclo de sueño: dormir por lo menos 8 horas diarias de forma intencional permite que tengamos un mejor rendimiento para el día siguiente. Menos cansancio más efectividad. Evitar la exposición a pantallas antes de dormir y durante todo el día mantiene encendidas las áreas de nuestro cerebro para resolución de problemas.

• Limitar el abuso de sustancias estimulantes con capacidad de lastimar nuestros cuerpos es muy importante para no agregar cargas mentales que nos lleven a tener ansiedad, depresión y frustraciones diarias.

• Sociabilizar: busca o propicia ese tiempo para compartir con personas queridas, un grupo de apoyo que puedan fortalecerte, que te aporte algo y que reduzca el estrés a través de la oración y la unidad.

• Técnicas de respiración, de relajación, masajes y apoyo especializado.

El cuidado de la salud mental es integral, no se trata solo de cuidar nuestros pensamientos, también se trata de cuidarnos a nosotras mismas. Regálate tiempo a ti misma, un baño relajante en casa cuando todos estén durmiendo o ir al salón para que te hagan manicure o pedicure…

Piensa en cosas sencillas que estén a tu alcance, que sean verdaderamente significativas, te llenen de paz y te recuerden lo importante que eres para Dios y para tus seres queridos.