Lecciones de una mamá humana

Diariamente la crianza me permite ver cuán humana y fallida soy, cuánta gracia necesito en mi vida y cuánta fuerza necesito de mi Salvador, para avanzar en este camino de mamá humana”

Soñé durante 8 años ser madre, un anhelo largamente atesorado en este corazón valiente y testarudo. Y justo, hace 9 noviembres, por gracia de Dios nació María Gracia – un milagro de 6.7 libras.

Dentro de los días más felices de mi vida están, sin duda, la confirmación de un embarazo logrado. Felicidad que se compartió exponencialmente…la cantidad de fiestas realizadas en su honor a lo baby shower aún provocan una amplia sonrisa en mi corazón, y la cantidad de libros de crianza leídos durante el embarazo, aún generan un poquito de vergüenza; todo con el más sincero objetivo de estar preparada para criar.

Obtuve también sabios consejos antes de su nacimiento. Una amiga tuvo a bien ubicarme en la realidad postparto: no te quedará tu ropa, te sentirás “desconectada” de este pedazo de gente y la responsabilidad de una vida caerá sobre tus hombros con un peso abrumador. No era exactamente lo que deseaba, pero sí lo que necesitaba escuchar.

Boletines semanales sobre el crecimiento de la niña (confieso que años más tarde se volvieron mensuales y los sigo leyendo), cursos de crianza, más libros, sesiones de terapia, consejos y observación. Nueve años más tarde les resumo mi lección aprendida: ¡nunca estarás preparada para criar!

El desafío es diario. En mi caso, inició por dejar de ser una severa juez para los padres, ¡tan fácil juzgar sin empatía! Continuó por confrontar mi tóxico perfeccionismo y rígida estructura. Curiosamente esta personita resulta ser totalmente opuesta a mi personalidad, y es casi idéntica a mi hermana gemela, dechado de virtudes, espíritu libre y aislada como con “teflón” del orden y estructura que me caracteriza.

La personita esta que Dios me está permitiendo criar es fantástica y ser su mamá ha presentado múltiples desafíos… simpáticamente el mayor desafío soy yo. La crianza a diario me permite ver cuán humana y fallida soy, cuánta gracia necesito en mi vida y cuánto Jesús, mi Salvador, me da la fuerza para seguir.

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Mis objetivos de crianza se cimientan en su identidad: que sepa quién es, algo que nadie ni nada le puede robar. Que se crea amada y se sienta amada de manera incondicional. Que pueda vivir en el presente, vivir con propósito y ser lanzada lejos.

Este ha sido un desafío enfrentado de manera grupal, en mi caso, mi madre ha sido pilar de crianza. A su lado, y escuchando su ejemplo la maternidad pareciera no ser un desafío, sino fluir naturalmente… me pregunto a diario ¿cómo le hizo criando 4 hijos? Su ejemplo, amor sacrificial y oraciones sin duda han sido neurales en este viaje.

Mi familia es un apoyo incondicional -y consentidores oficiales-, mis amigas que son tías del corazón, generosas y siempre presentes. Cuento con la mejor tribu que una madre pudiera soñar, bendición que viene directa del cielo.

Y si, disfruto este viaje de crianza día con día. Escucharla es un privilegio: cantar mientras dibuja, carcajearse mientras ve televisión, contar chistes -muy graciosos-, articular preguntas profundas y disparatadas también. Compartir la lectura en mi cama antes de acostarse, mientras estiramos una colchita es mi highlight del día. Verla devorar libros, series de cocina en Netflix y cualquier tipo de pintura. Disfrutar mientras probamos comidas diferentes y verla cerrar sus ojos mientras come una alcachofa… sentir sus bracitos abrazándome sin esperarlo.

Nueve años más tarde me siento más conectada que nunca con este pedazo de gente y afortunadamente me queda mi ropa, pero este peso de responsabilidad continúa diariamente sobre mis hombros… No lo hago sola y hacerlo tan bien acompañada aliviana este desafío.