Como todas, he tenido en mi lista de propósitos temas como bajar de peso, hacer la tesis, emprender, viajar… Algunos han estado ahí desde hace muchos años y se han quedado a medias.
Deseamos que en un nuevo año nos cambie la vida, sin embargo, esos propósitos requieren de cambios internos que sean el soporte de nuestras metas.
Con frecuencia nos olvidamos del corazón y del alma de esa mujer que sostiene la vida y de la que dependen otras personas, es decir priorizamos las necesidades de todos menos las nuestras y no me refiero a que seamos egoístas, sino a que trabajemos en nuestra esencia para que al final tengamos una vida plena y compartamos esa dicha con quienes nos rodean.
¿Qué tal pensar en una serie de “nuevos propósitos” que terminen mostrando nuestro trabajo interior? Aquí van 4 temas, pero estoy segura que reflexionando puedes encontrar muchos más.
Perdonar: el término se refiere remitir o dejar la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa. Debemos entender que siempre tendremos la oportunidad de mandar esa ofensa fuera de nuestro corazón, porque no es un sentimiento, sino una decisión que cada una debe tomar en el instante en que ese “delito” quiere albergarse en nuestros pensamientos o sentimientos.
Cuando otorgamos perdón, aunque nadie nos lo pida, nos libramos de la amargura que impide que avancemos. Además, es un ejercicio que concedemos diariamente, en el hogar, con la familia, con las amigas y hasta en las redes sociales.
Tomemos en cuenta que perdonar es un ejemplo muy grande que podemos sembrar en casa, pues nosotras mismas cometemos errores que ameritan esa liberación de la pena.
Alejar la toxicidad: todas hemos coincidido con una persona que vive para destruir con sus comentarios, con su sarcasmo o con sus exigencias. Es inevitable que sus palabras contaminen y nos llenen de dudas.
Marca distancia con este tipo de personas. Incluso, si es alguien de tu familia, evita compartir tus planes para que no los destruyan, descalifiquen o acaben con tu ilusión.
Y si esa persona que podría ser tu pareja ¡cuidado! Lo identificas con su estilo controlador, celoso, infiel y manipulador que no te deja salir con tus amigas ni con la familia. Ojo, no te conviene desgastarte en una relación donde debes justificarlo y vives sintiéndote culpable. Abre los ojos y toma decisiones.
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Cuida tu salud mental: en términos generales la salud mental incluye nuestro bienestar emocional, psicológico y social, en otras palabras, determina lo que pensamos y lo que sentimos, por lo tanto, define cómo actuamos, sentimos y reaccionamos en la vida.
No siempre es fácil determinar cuáles son los sentimientos que nos están agobiando o dominando, es ahí donde un psicólogo, un coach o una consejera espiritual pueden ser instrumentos que te permitan equilibrar tu salud mental. No dejes pasar la oportunidad para buscar ayuda si alguna de tus emociones como el miedo, la ansiedad o el estrés predominan en tu día a día.
Alimenta tu espíritu: debes tomarte muy en serio leer, escuchar música o podcast que te ayuden a crecer, no dejes de adquirir conocimiento, cultiva las amistades que contribuyen a tu formación, pero sobre todo, toma acciones que te permitan mantenerte cerca de Dios –desde la religión que profeses–, cultiva tu comunicación con tu Padre celestial, lee Su Palabra donde encuentras muchos consejos para tu vida cotidiana.
Dios es nuestro amparo y refugio para cualquier circunstancia que estemos viviendo, pero no esperes llegar a esos momentos duros para buscarlo, empieza hoy cuando estás llena de ilusión. Ejercítate en la comunión con Él.
Estas pequeñas acciones pueden contribuir muchísimo en que este año tengas la energía y el ánimo para a ir por tus sueños y otras metas. Busca crecer como persona y verás que las cosas materiales y externas se alinean.
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