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El nido vacío

El nido vacío

La maternidad me enamoró desde siempre; se asomó a mi vida de muchas maneras sutiles, de pequeña en cada muñeca, después con mis hermanitos siendo yo la mayor, luego en los juegos de pubertad donde nombrábamos a nuestros hijos imaginarios.

Gracias a Dios me convertí en mamá por partida doble, dejé a un lado todos mis intereses previos y me entregué completamente, de verdad era un compromiso que asumí con todo mi ser, con todas mis fuerzas, con todos mis recursos y mis cursos.

Con ellos aprendí que, a medida que van creciendo, hay distancias necesarias, espacios reducidos donde ya no cabemos todos, donde no importa cuánto amor exista, anhelamos estar lejos y sentir que están a salvo. Uno sabe que los hijos algún día se irán, abrirán sus alas y emprenderán su propio vuelo. Pero cuando son tus hijos los que llegan a esa etapa, y tu vida ha girado en torno a ellos, el romanticismo con el que veías ese momento, se reduce a una sacudida que te deja despeinada. Sobre todo si la noticia se duplica, pues no estaba planeado que mis hijos partieran al mismo tiempo.

Mi hija mayor, aprovechando las vacaciones, después de su graduación de Psicología, deseaba experimentar en la Gran Ciudad, y mi hijo menor había venido saboreando estudiar fuera de casa el tercer año de Arquitectura. Así que sin más, de pronto me encontraba instalándolo en un departamento frente a la universidad y agradeciendo a mi mamá la oportunidad de que mi hija probara fortuna viviendo con ella una temporada.

El desprendimiento sí te estruja el corazón, pero descubrí que no por dolor, sino por miedo, descubres que tu amor es tan grande que rebasa tu egoísmo, y una vez que te das cuenta de que puedes confiar en el ritmo de la vida y en ellos, el duelo se va superando.

Creo haber saboreado lo dulce y lo amargo de cada etapa, porque si de algo me enorgullezco -aunque quizá ellos no tanto-, ha sido la entrega absoluta a mi rol como mamá y ama de casa, siempre alerta y en servicio deseando su bienestar.

Mientras a ellos les apremia el tiempo para hacerlo todo, a mí me sobra para no hacer nada. Es delicioso. No estoy rota, no me falta nada, no tengo prisa ni tengo tiempo de sobra. Estoy justo donde había temido estar, pero no está pasando más que la vida, y eso es suficiente para agradecer.

Ojalá todo salga conforme a lo planeado, pero confío en que saldrá todavía mejor, porque Dios escucha mi oración y aunque ya no pueda estar ahí, sin que ellos puedan verme, siempre estaré.

 

Mujer, comunicóloga de profesión, mamá y ama de casa por convicción.
Inquieta, divertida, cariñosa, detallista, solidaria y coleccionista de momentos que imprimo en letras y fotos. Disfruto como nadie de las amigas, de las largas charlas y el café, de los viajes, los paseos y la música. Tengo en mi esposo al mejor amigo que pude conseguir. Tengo una familia extraordinaria de la que aprendí lo que soy y un perro que me vuelve loca de amor.

Annabeth Calleja – who has written posts on Ladrona de frases.


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6 Comments

  • Maru
    septiembre 13, 2018, 10:42 am

    Hermosa reflexión hermana. Eres una excelente madre ?

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  • Ana Higuera
    septiembre 14, 2018, 7:11 am

    Me encanta el amor que irradia cada cosa que haces!

    REPLY
  • DOUS MARY
    septiembre 14, 2018, 12:09 pm

    Eres lo máximo prima y muy sabias tus palabras ,saludos
    DOUS.

    REPLY
  • ingrid de maldonado
    septiembre 14, 2018, 5:57 pm

    Me senti identificada, aunque yo no soy profesional unicamente ama de casa. Mi nido quedo vacio este año cuando mi hijo menor voló al lado de sus hermanas mayores para comenzar sus estudios universitarios.

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  • Fabiola Díaz
    septiembre 14, 2018, 10:35 pm

    Woooww Annabeth que bonito lo que escribiste! No te sabía ese talento pero muchas Felicidades ?
    Les deseo mucho éxito a tus hijos y les envío un fuerte abrazo a todos!

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