
“Mi vientre se encargó de tejerte, crearte, sacarte de mis sueños. Eres mi más grande obra, poesía hecha carne, filosofía vuelta vida: el hijo que pedí y soñé.”
El feminismo es un movimiento político, social y filosófico que afirma a las mujeres como personas con derechos. Por ende, el feminismo es una postura que nos acepta a hombres y mujeres en igualdad de derechos. Feminista, entonces, sería aquella mujer que sabe defender sus derechos, pero también respeta los derechos de los demás.
Tras aclarar estas premisas, te cuento, soy feminista.
Agradezco a los millones de mujeres que montaron luchas revolucionarias y libertarias, especialmente, a las que se emanciparon y las que lograron que hoy tenga los derechos que tengo y no sea reconocida como ciudadana de segunda clase.
Creo en la igualdad y en la justicia, en el respeto, en la voz y el voto de las mujeres que somos las administradoras y educadoras de todas las familias, de todo el planeta; el pilar emocional y las encargadas de heredar la inteligencia, por biología, por mera naturaleza. Las de los vientres fértiles, las que amamantamos las políticas e ideales, las que curamos y las que podemos sanar al mundo, desde el amor.
Llevo ya muchos años de autodefinirme como feminista y coincido con muchas posturas y difiero de muchas otras. Jamás me he desnudado para exigir mis derechos, pero sí he denunciado ante autoridades y públicamente en muchas y diversas oportunidades.
Tengo voz, tengo opinión, tengo voto y me hago escuchar, no dejo que “pasen sobre mí”, me he enfrentado a un par de hombres y he alzado la voz desde mis posturas, pláticas, textos e ideas. Jamás he callado y aunque sí he sido vilipendiada, sometida, segregada y hasta abusada miles de veces (porque en este “bello y horrendo país” como le llamaba Otto René Castillo, toda mujer ha vivido injusticias y faltas) no planeo callar.
Digamos que no nací para ser menospreciada y no fui criada para callar o soportar injusticias.
Soy feminista y no odio a los hombres. Sé que los hay machistas, clasistas, discriminadores, golpeadores y divisionistas… pero no son todos. Hay los que tienen, son y dan amor.
Mi padre ha cambiado ante mis ojos, con el peso de la Palabra y el paso de los años, mi pareja es un hijo de Dios respetuoso y amoroso y mi hijo… a mi hijo quería llegar, al hombrecito formado en mi vientre.
Esta feminista lleva 10 años y medio de criar a un varón hermoso que no sabe lo que es golpear a una mujer, hablar mal de una mujer, odiar a una mujer, hacer de menos a una mujer… Y si un día lo llega a saber, no será por mí, no será con mi ejemplo, no será porque yo lo permití.
Entendí, con el paso de los años, que el territorio que yo gobierno y sobre el que MI FEMINISMO gobierna es mi cuerpo, mi hijo, mi mente y la suya.
A sus cortos añitos ve igual a hombres y mujeres y sabe que si un día un hombre golpea a una mujer le caería encima el peso de la ciencia, las leyes humanas y las leyes de la fe.
Vamos bien, hasta ahora, pero es un trabajo diario que se alimenta con cada problema que vive y con cada encrucijada en la que se encuentre. Es un trabajo que dará frutos cuando se enamore por primera vez, cuando desee por primera vez, cuando pelee por primera vez, cuando difiera con el amor de su vida y con cualquier mujer, cuando alguna le dañe por primera vez, cuando sienta ira por primera vez ante una mujer.
Sé vivirá todo esto, lo sentirá y el secreto radicará en cómo lo analice y maneje. Mi lucha la ganaré el día en el que él tenga frente suyo a una mujer que lo lleve a sus límites y le responda con respeto, amor y temor de Dios.
Mi lucha diaria es la de hacerme escuchar, mi lucha futura es mi hijo. La ganaré cuando juntos demostremos que ÉL NO ES un golpeador, violador, abusador, divisionista, manipulador, controlador, instigador y muchos adjetivos negativos más.
A la futura pareja de mi hijo quisiera desde ahora decirle:
“Yo lo cuido ahora y lo formo para ti, velaré porque cuando lo conozcas te enamores porque sepas que nunca estarás más protegida y respetada que con él. Porque cuando te veas en el reflejo de sus ojos veas a una mujer libre de hacerse oír y a un hombre que sepa escuchar. Será difícil, pero lo haré por ti, por él y por mí. Si un día te falla, aquí estaré yo también para ti”.
No creo en la supremacía de nadie sobre nadie, creo en el complemento hermoso que podemos ser en esta Tierra, en la lucha conjunta que podemos tener antes de volver al Creador.
El feminismo es un movimiento político, social y filosófico que afirma a las mujeres como personas con derechos. Por ende, el feminismo es una postura que nos acepta a hombres y mujeres en igualdad de derechos. Feminista, entonces, sería aquella mujer que sabe defender sus derechos, pero también respeta los derechos de los demás.
Tras aclarar estas premisas, te cuento, soy feminista.
Agradezco a los millones de mujeres que montaron luchas revolucionarias y libertarias, especialmente, a las que se emanciparon y las que lograron que hoy tenga los derechos que tengo y no sea reconocida como ciudadana de segunda clase.
Creo en la igualdad y en la justicia, en el respeto, en la voz y el voto de las mujeres que somos las administradoras y educadoras de todas las familias, de todo el planeta; el pilar emocional y las encargadas de heredar la inteligencia, por biología, por mera naturaleza. Las de los vientres fértiles, las que amamantamos las políticas e ideales, las que curamos y las que podemos sanar al mundo, desde el amor.
Llevo ya muchos años de autodefinirme como feminista y coincido con muchas posturas y difiero de muchas otras. Jamás me he desnudado para exigir mis derechos, pero sí he denunciado ante autoridades y públicamente en muchas y diversas oportunidades.
Tengo voz, tengo opinión, tengo voto y me hago escuchar, no dejo que “pasen sobre mí”, me he enfrentado a un par de hombres y he alzado la voz desde mis posturas, pláticas, textos e ideas. Jamás he callado y aunque sí he sido vilipendiada, sometida, segregada y hasta abusada miles de veces (porque en este “bello y horrendo país” como le llamaba Otto René Castillo, toda mujer ha vivido injusticias y faltas) no planeo callar.
Digamos que no nací para ser menospreciada y no fui criada para callar o soportar injusticias.
Soy feminista y no odio a los hombres. Sé que los hay machistas, clasistas, discriminadores, golpeadores y divisionistas… pero no son todos. Hay los que tienen, son y dan amor.
Mi padre ha cambiado ante mis ojos, con el peso de la Palabra y el paso de los años, mi pareja es un hijo de Dios respetuoso y amoroso y mi hijo… a mi hijo quería llegar, al hombrecito formado en mi vientre.

Esta feminista lleva 10 años y medio de criar a un varón hermoso que no sabe lo que es golpear a una mujer, hablar mal de una mujer, odiar a una mujer, hacer de menos a una mujer… Y si un día lo llega a saber, no será por mí, no será con mi ejemplo, no será porque yo lo permití.
Entendí, con el paso de los años, que el territorio que yo gobierno y sobre el que MI FEMINISMO gobierna es mi cuerpo, mi hijo, mi mente y la suya.
A sus cortos añitos ve igual a hombres y mujeres y sabe que si un día un hombre golpea a una mujer le caería encima el peso de la ciencia, las leyes humanas y las leyes de la fe.
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Vamos bien, hasta ahora, pero es un trabajo diario que se alimenta con cada problema que vive y con cada encrucijada en la que se encuentre. Es un trabajo que dará frutos cuando se enamore por primera vez, cuando desee por primera vez, cuando pelee por primera vez, cuando difiera con el amor de su vida y con cualquier mujer, cuando alguna le dañe por primera vez, cuando sienta ira por primera vez ante una mujer.
Sé vivirá todo esto, lo sentirá y el secreto radicará en cómo lo analice y maneje. Mi lucha la ganaré el día en el que él tenga frente suyo a una mujer que lo lleve a sus límites y le responda con respeto, amor y temor de Dios.
Mi lucha diaria es la de hacerme escuchar, mi lucha futura es mi hijo. La ganaré cuando juntos demostremos que ÉL NO ES un golpeador, violador, abusador, divisionista, manipulador, controlador, instigador y muchos adjetivos negativos más.
A la futura pareja de mi hijo quisiera desde ahora decirle:
“Yo lo cuido ahora y lo formo para ti, velaré porque cuando lo conozcas te enamores porque sepas que nunca estarás más protegida y respetada que con él. Porque cuando te veas en el reflejo de sus ojos veas a una mujer libre de hacerse oír y a un hombre que sepa escuchar. Será difícil, pero lo haré por ti, por él y por mí. Si un día te falla, aquí estaré yo también para ti”.
No creo en la supremacía de nadie sobre nadie, creo en el complemento hermoso que podemos ser en esta Tierra, en la lucha conjunta que podemos tener antes de volver al Creador.
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* La Real Academia Española (RAE) define al feminismo como “el principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre, así como el movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo”.
**El feminismo ha pasado por olas, la primera buscaba la igualdad política y jurídica de mujeres proletarias, la segunda ola fue el feminismo socialista y el feminismo marxista basados en la lucha de clases. Ahora está en boga el feminismo radical que reclama una reordenación de la sociedad para eliminar al supremacismo masculino.
Yo solo creo en la igualdad.
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