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¡No me lances lejos, mamá, solo déjame volar!”

En esta oportunidad, donde mamá se desahoga sobre su labor material, traigo una petición desde los ojos de la niña de 53 años que soy: “No me lances lejos, mamá.”

Hay tantos tipos de relación padres/hijos que no terminaríamos jamás de escuchar, observar y analizar cada uno. Yo he decidido compartir mi humilde, y quizá́ poco certero, punto de vista sobre la maternidad no desde la experiencia –porque quienes me conocen saben que no tuve hijos, y esa es otra historia que con altos y bajos, podré compartir en otra oportunidad–. Sino desde la perspectiva desde el cristal más rígido que ha existido: la de una hija.

Desde ahí nos hemos creído capacitadas a juzgar y condenar, asumiendo el rol de juez y jurado simultáneamente. ¿Me equivoco? Que tire la primera piedra la que esté libre de pecado. ¿Y entonces? De pronto, se quedó vacía la tribuna. No huyan, no hay de qué avergonzarse, creo que es una condición humana caer en la crítica, especialmente, de quienes tenemos más cerca y amamos.

También debemos ser sinceras para reconocer que no todas las condiciones humanas nos enorgullecen. Con frecuencia juzgamos a nuestros padres con tanta destreza, y aun así, tenemos el descaro y la desfachatez de seguir pidiendo y demandando el amor perfecto a quienes calificamos como imperfectos.

Con mi propia desfachatez y cara dura voy a hacer pública mi petición: “¡No me lances mamá, no me dejes a la deriva!”

Soy una mujer adulta, me criaron para ser independiente, con voz para ser escuchada, con herramientas para enfrentar la vida. Me dieron la mejor educación que estuvo al alcance y más allá. Me enseñaron que al caer, no entierre la cara. A llevar una vida digna, de trabajo, con un carácter con verdades en los labios.

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He sido la protagonista de mi vida construyendo mis propias aventuras. Me enseñaron a amarme. Me dieron alas para volar y volé lejos y aún tengo más distancia que recorrer y muchas historias que descubrir.

53 años después, con una vida construida y muchas lunas contempladas, sigue viviendo en mí esa niña pequeña de chongos y coletas, que siempre que debe correr a un lugar seguro, no puede concebir otro que no sea mi casa. Así que, no me lances mamá. No me lances porque necesito ese puerto seguro donde mi niña interior puede llorar abiertamente y sentirse frustrada y dolida, pero jamás abandonada. No me lances, mírame volar, ayúdame a volar.

No pienses que soy el adulto autosuficiente que no te necesita. No cortes ese hilo de oro invisible entre tú y yo que me permite regresar a mis raíces y no perderme en un mundo en el que te adulan y te hacen perder la perspectiva.

No me lances. Déjame avanzar. Al final de mi vida quiero voltear a ver y decir como tú: “Misión cumplida”; y para ello necesito tus consejos y tus críticas amorosas. No me lances tan lejos que cuando necesite regresar no encuentre el camino de valores y espiritualidad que tanto construiste y te preocupaste de sembrar.

No me lances mamá, porque tus errores y anécdotas de vida serán mi mejor escuela y las necesitaré cuando la madurez me quite el velo de soberbia y sepa que fui derrocada en el juego del “yo todo poderoso” que intenté jugar.

No me lances mamá, porque quiero recordar que los ciclos de la vida son un círculo perfecto y llegará ese momento en que tu caminar dependa de mi brazo y no quiero estar tan lejos para lograr sostener tu paso.

No me lances mamá, porque cuando la ley de la vida nos obligue a estar separadas por la dimensión y expiración, ya no podré correr a tu lado. La muerte me lanzará lejos de ti y ya no tendremos marcha atrás. No me lances mamá, solo déjame volar, sin perder mi oasis de paz.

Tengo 53 años, de los cuales 36 de ellos, los he dedicado a desarrollarme como profesional de la Arquitectura. Pero desde el año 2018, después de tener una experiencia hermosa con una mujer joven con cáncer terminal, fundé la Asociación Amando-T Guatemala, donde nos dedicamos desde el amor a apoyar, emocional y psicológicamente, a mujeres con cáncer.

Mónica Espinoza Arquer – who has written posts on Ladrona de frases.


Mónica Espinoza Arquer

Tengo 53 años, de los cuales 36 de ellos, los he dedicado a desarrollarme como profesional de la Arquitectura. Pero desde el año 2018, después de tener una experiencia hermosa con una mujer joven con cáncer terminal, fundé la Asociación Amando-T Guatemala, donde nos dedicamos desde el amor a apoyar, emocional y psicológicamente, a mujeres con cáncer.

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