¿Has notado cómo se han proliferado los mensajes que presentan solo la faceta negativa de la maternidad? El objetivo es socavar esa sublime tarea, por eso la profesión de mamá está en peligro de extinción.
Ahora que en algunas esferas se intenta –absurdamente– debatir sobre si un bebé es o no un ser un humano para abortarlo y de paso se pone en duda la legitimidad de la maternidad, no puedo dejar de preocuparme por esas nuevas generaciones –incluidas mis propias hijas– a quienes van dirigidas esas bombas.
La propuesta de alcanzar la realización profesional se pinta como la mejor opción, pero cuál es la intención de divorciarla de la maternidad. Personalmente, siempre me he pronunciado a favor de ir a por los sueños, pero no a costas de creer que la maternidad es un castigo, ni que se descarte por una carrera o el empoderamiento femenino.
Si bien la maternidad es un proceso que lleva sus grandes desafíos –como todo en la vida–, me voy a referir a la parte menos publicitada. Para empezar, ser mamá es toda una profesión pesar de que carezca de una acreditación. Si bien no otorga una remuneración económica, sí un pago en especie que impactan directamente nuestros cuerpo y alma.
Fruto de parto normal o cesárea, cada hijo cuesta desvelos, lágrimas, un sinfín de oraciones y sacrificios. Y aunque es posible que algunos hayan llegado sin previo aviso, se les ama con un amor inexplicable. En el instante que se recibe la noticia descubrimos qué es el amor… Un amor incondicional que sobrepasa el sueño, el hambre y cualquier sacrificio deja de ser una carga.
No tenemos que ser perfectas para experimentar en su justa dimensión eso que nace cuando ellos nacen en nuestro vientre, quizás sea uno de los mayores secretos del universo: podemos dar vida a otro ser humano. Por favor, léelo bien, solo una madre tiene esa gran oportunidad de procrear.
Es innecesario que alguien nos pague por ejercer esta profesión, nuestros pequeños lo hacen cuando nos dejan alimentarlos, cuidarlos, amarlos, comernos a besos sus piecitos, disfrutar de su aroma y estar ahí hasta que se sientan lo suficientemente independientes para que las muestras de nuestro amor los avergüencen.
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Además, la maternidad nos permite redimirnos, sin importar nuestro contexto, a través de ella podemos transformar el mundo que nos limitó por medio de la formación de nuestros hijos para que ellos lleguen más lejos. Sí, es una gran responsabilidad, pero también todo un privilegio saber que en tu hogar estará el ganador de un Nobel, del primer chapín que pise otro planeta, de quien invente la cura a una enfermedad, del creador de una obra de arte que le dé la vuelta al mundo.
Finalmente puedo decir que no nacimos “solo” para dar a luz hijos y seguir bajo la opresión del patriarcado… –jajaja– Podemos decidir ser madres profesionales o mamás de tiempo completo, en ambos casos hay que tener presente que ser mamá es la única profesión irremplazable. Si eres comunicadora, ingeniera o maestra debes admitir que hay otras profesionales que pueden hacer mejor tu trabajo, pero tu labor como madre nadie podrá desempeñarla como tú, por eso dicen que madre solo hay una.
Cuando te hagan creer que no estás lista para ese momento, que eso va a limitar tu vida profesional, que te vas a estancar, que no valió la pena estudiar, que hay muchos viajes por realizar y bla, bla, bla… Te puedo aconsejar que observes tu cuerpo, que notes cada detalle porque verás que ha sido diseñado para que en él se geste vida.
Y ante la noticia inesperada de un bebé que ya está en tu vientre y no sabes qué hacer, te puedo decir que jamás consideres arrancarle la vida porque ese dolor te marcará eternamente –aunque nunca te lo digan en la clínica donde te propongan el aborto–.
Recuperemos la reputación que tiene ser mamá… No estarías aquí si no fuera por una mujer que, aunque quizás cometió errores, te dio lo más importante: la vida. Mira la maternidad con la perspectiva correcta, inspira a tus propias hijas a seguir tu ejemplo. Evitemos que la profesión de mamá se extinga ¿Te apuntas?
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