Your love lifts me up like helium
Sia (Helium)
Your love lifts me up when I’m down, down, down
when I’ve hit the ground
you’re all I need
because your love lifts me up like helium
your love lifts me up like helium…
Con esta pregunta no pretendo entrar en profundidades filosóficas que nos lleven a refutar su existencia, la conclusión tardaría en llegar. Ni tampoco me refiero a cómo nos gustan: morenos, rubios, bronceados, con cuerpos esculturales, altos… Me quiero centrar en la exploración de lo que ellos representan en nuestra vida.
Partamos del significado de perfección. Según el diccionario es un adjetivo, “que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia en su línea” o “que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto”.
Si nos escaneamos con la misma definición diría que las mujeres tampoco somos perfectas, no conozco a nadie con un grado alto de bondad, celosa enfermiza o extremadamente comprensiva. Nosotras, tal como ellos, tenemos cualidades y defectos que quizás nos alejen de esa perfección y de ahí podemos aterrizar nuestras opiniones.
Tengo 18.5 años de casada. La perfección no fue lo que me atrajo de mi marido y ¿cómo? si yo era una mujer de casi 27 años llena de temores, inseguridades, sueños y metas medio fracturadas. Caminé al altar para decir que “sí” porque él ya me complementaba, me comprendía, me cuidaba, sus besos me fascinaban y todo lo que él representaba se encerraba en un enamoramiento que me llevó a visualizar una familia.
Manuel sigue ahí, conoce lo que he sido, lo que soy y lo que espero hacer, sigue adueñándose de mis sueños para impulsarlos, es quien me espera con un abrazo, con un silencio o con un beso -igual de exquisito que cuando éramos novios- después de esos largos días de trabajo. Es quien se ocupa de mis hijas cuando yo no puedo, es quien trabaja para pagar las cuentas de colegio, de celular y el seguro del carro. Es quien ora por mí.
A los 45 años, sé que Manuel es mi hombre perfecto porque tiene la valentía necesaria para ser fiel a nuestro compromiso matrimonial, no es de los que esconde la argolla -por cierto no tenemos anillos porque nos los robaron hace años y reemplazarlos no ha sido una prioridad-, es el papá perfecto que ha sabido darme mi espacio y me ha consentido de muchas maneras. Lejos de cosas materiales, sé que es él por que mi cabeza casa perfectamente en su hombro, porque sus brazos pueden estrecharme de tal manera que desaparecen la frustración, porque nuestros sueños se entrelazan y sé que tendremos mucho de qué hablar o recorrer cuando nos quedemos solos.
No presumo de tener una vida matrimonial perfecta, solo quiero dejar por escrito mi tributo a ese hombre de quien sigo enamorada y que es perfecto para mí. No niego que ha habido etapas difíciles, pero sus cualidades superan las imperfecciones de ambos.
Si crees que los tributos de tu hombre superan los defectos, evita compartir sus errores en el cuchubal o delante de tus hijos, cuídalo. Recuerda la regla de oro: trátalo como te gustaría que te trataran.
Nuestra vida no sería igual sin ellos, capaces de despertar las sensaciones más profundas y desconocidas que podemos experimentar, en medio hay lágrimas de alegría y dolor. Y como no podemos vivir sin ellos, disfrutemos su compañía, pues ellos nos complementan.
Día internacional del hombre
¿Sabías que el 19 de noviembre es el día internacional del hombre? Desde 2009 se acordó celebrar un día para crear conciencia sobre la salud masculina; principalmente sobre la depresión, cáncer de próstata y de testículo.
Según Wikipedia, la iniciativa promueve modelos masculinos positivos que viven vidas dignas y honradas. Celebra las contribuciones de los hombres a la sociedad; a la comunidad, a la familia, al matrimonio, al cuidado de los niños y el medio ambiente.
Es importante que las madres de varones tengan presente esta celebración, les enseñen a cuidar su salud y a vivir dignamente. Las mamás de hoy están formando a los futuros hombres perfectos, los nuevos líderes y empresarios, los nuevos esposos y padres de familia de mañana, ¡qué fascinante reto!
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