Soy mujer, tengo cáncer

Una mujer que está atravesando un proceso de cáncer tiene el derecho y la necesidad de reconocer que su alma también necesita sanar.

Somos mujeres que tenemos la dicha de haber nacido en una época en la que el empoderamiento y la fuerza de nuestro cromosoma “X” mueven al mundo. Somos mujeres fuertes, profesionales, capaces, preparadas, independientes, organizadas y mil adjetivos más que nos ayudan a escalar todos los peldaños de la vida hasta ubicarnos en la cima del mundo.

Pero no hay fortaleza, ni empoderamiento, ni pedestal alguno que soporte las palabras que jamás creemos que vamos a escuchar al hablar de nuestro cuerpo y de nuestra salud, de nuestra vida misma….Cáncer, tenés cáncer.

Ese diagnóstico que corta el aliento de vida con el frío de la muerte, que al escucharlo, nos nubla la razón y nos quita el piso debajo los pies, que nos obliga involuntariamente a ver pasar nuestro tiempo no aprovechado y los sueños no alcanzados y las metas no cumplidas…..y peor aún, caemos en la cuenta de que no hemos perdonado y no hemos pedido perdón, que nos falta tiempo para esto, para aquello… nos falta tiempo y vemos nuestro fin de frente. Sentencia de muerte, Cáncer, tenés cáncer. Ese final de la vida, es lo único seguro en la inseguridad de nuestras vidas.

Cada año la incidencia de cáncer aumenta de forma galopante. El cáncer lo asociamos inmediatamente con muerte, porque no podemos negar que bailamos de cachetío con la hermana muerte, sin haber sido invitadas a la fiesta y menos aún, haber solicitado la pieza ni el son. Entonces, inicia el trayecto de un proceso oncológico que como remolino insolente, nos invade y arrastra en miedos, angustias, lágrimas, dudas, mitos y leyendas.

Una mujer que está pasando por ese proceso de cáncer no tiene que ser el pilar robusto que sostiene el mundo que nos exige la sociedad o que nosotras mismas nos imponemos en un halo de perfecta fémina. Una mujer que está atravesando un proceso oncológico, tiene el derecho y la necesidad de reconocer que su alma también necesita sanar.

Lo he visto con tantas y tantas hermosas mujeres que he tenido el honor de atender y cuidar en Amando-T Guatemala. Debemos llorar, renegar, cuestionar el por qué y el para qué; debemos manifestar nuestros miedos y angustias, debemos permitirnos vivir el dolor y ante todo el terror de vernos vulnerables, con un cuerpo dolido y débil y un espíritu quebrado. Se vale, se vale….SE VALE y se debe reconocer esa vulnerabilidad para tener la humildad y la lucidez de decir: “Necesito ayuda para caminar este trayecto. No puedo, no quiero y no debo hacerlo sola. Me amo, amo mi vida, me amo, amo mi familia, me amo, amo la vida, me amo….” y es cuando vemos nacer de nuestras entrañas de mujer un ser de luz, dispuesto a dar la batalla con todo y a todo.

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Debemos darnos ese permiso de vivir nuestra vulnerabilidad y desnudar nuestra alma ante nosotras mismas. Claro que la parte médica es fundamental para matar al silencioso asesino, pero la parte emocional y psicológica tiene la responsabilidad del 80% del éxito de mi recuperación. ¿Me voy a responsabilizar de ese 80%? ¿Tendré el valor de caminar de la mano de un profesional de la psicología que me guiará para enfrentarme a la razón de mi cáncer emocional? ¿Soy capaz de perdonarme por todas las veces que me desprecié y me dejé de último en la cadena de mis sentimientos y cuidados? Solo las valientes pueden enfrentarse con su propia realidad, tomar las riendas de sus vidas y decir: de que gano la batalla ¡la gano! Se puede. Lo he visto. Lo he vivido y aprendido de mis hermosas mujeres de Amando-T Guatemala.

Asociación Amando-T

En el año 2018, después de tener una experiencia hermosa con una mujer joven con cáncer terminal, fundé la Asociación Amando-T Guatemala, donde nos dedicamos desde el amor a apoyar, emocional y psicológicamente, a mujeres con cáncer.

Somos un equipo multidisciplinario conformado por psicólogas, mercadólogas, abogados, nutricionistas, diseñadoras y tanatólogas entre otras. Hoy, 3 años después, hemos atendido a más de 400 mujeres y no solo de mi amada Guatemala. Hemos tenido la oportunidad de saltar las fronteras y atendemos mujeres de casi toda América, Europa y Medio Oriente. Manejamos proyectos de psicología, nutrición y belleza. Y además, este año podemos decir con candor, que inauguramos Casa Amando-T. Un albergue para nuestras mujeres más humildes del interior del país que no tienen dónde alojarse al llegar a Ciudad de Guatemala para someterse a sus tratamientos.