La nutrición consciente es pensar en lo que comemos, una forma de consolidar conductas saludables basadas en decisiones conscientes.
Amo el olor de una comida preparada con dedicación, el arte, la música y compartir con mi familia paseos al aire libre. Mi gusto por la nutrición ocurrió hace muchos años cuando en cuarto primaria abrí mi libro de ciencias naturales y observé una imagen que me ha acompañado toda la vida, presentaba al “metabolismo” como le conozco ahora por medio de una imagen con dibujos de mineros que jalaban y empujaban carretas llenas de carbón a lo largo de un recorrido que iniciaba en la boca y terminaba en el intestino grueso, en cada estación cargaban y descargaban material y lo transformaban en combustible y muros de ladrillos. Me pareció fascinante este concepto de producir energía y construir paredes en nuestro cuerpo a partir de los alimentos.
Ese esquema tan sencillo lo conocí de forma compleja en las clases de bioquímica humana en la universidad, pero que para fines prácticos con mis pacientes sigo utilizando con frases sencillas y fáciles aplicar como “somos lo que comemos” o “la calidad del combustible determina la eficiencia del motor”.
La práctica diaria y conocer tantas historias sobre los retos y barreras a los que se enfrentan la mayoría de las personas para alcanzar un peso saludable me han llevado a buscar otras herramientas para apoyar a mis pacientes y aplicarlo también en mi vida personal y familiar.
El concepto de nutrición consciente tiene que ver con utilizar la información científica de forma práctica para elegir de forma inteligente los alimentos día a día, reflexionando además sobre todos los esfuerzos y procesos que se han necesitado para su producción y en como sus componentes son transformados en energía y nutrientes esenciales para mantener las funciones básicas de nuestro organismo, darnos vitalidad y reparar nuestras células, siendo conscientes además del efecto que tienen los alimentos en nuestros sentidos y estados de ánimo.
El enfoque también considera todo lo relacionado con la digestión (como mi esquema de cuarto primaria) que involucra una serie de señales hormonales complejas entre el cerebro y el sistema nervioso para producir saciedad, proceso que toma alrededor de 20 minutos. Esto tiene implicaciones importantes cuando nos sentamos a comer, por lo que la nutrición consciente recomienda tomarse por lo menos 15 minutos, hacerlo con tranquilidad, disfrutando cada bocado, concentrándonos en los sabores y olores lo cual estimulara nuestros sentidos con lo cual se disfrutara mas la comida, comer despacio evitando la exposición a tecnología (celulares, televisores, computadoras), en un ambiente limpio y adecuado, de preferencia acondicionado de manera ordenada y agradable (flores, vajilla, decoración en general) lo que también estimula la secreción de hormonas que nos dan esa sensación de paz interior y bienestar general que contribuye a una mejor digestión y procesos metabólicos.
El concepto también toma en cuenta aspectos de salud mental y sentido común al momento de seleccionar los alimentos, por eso una de las reglas principales es no elegir formas de alimentación que solo podremos mantener un par de semanas sino aquellas que nos acompañen el resto de nuestra vida, que nos darán además esa sensación de confort y saciedad que necesitamos para sentirnos bien y poder funcionar.
Alimentarse de forma consciente aplica los conceptos generales de “vivir con consciencia”, el “pienso, luego existo” que nos han repetido tantas veces y que en nutrición garantiza la consolidación de conductas saludables basadas en decisiones conscientes. Comer de esta manera nos ayuda a conocer nuevas opciones, explorar el campo de la gastronomía y la combinación de alimentos, reconciliarnos con los que nos han enseñado a etiquetar de “buenos” o “malos” –lo cual ya no debería recomendarse para lograr resultados en salud–.
A lo largo de los años, ha sido alentador escuchar a pacientes decir que sus vidas se han transformado de forma positiva por las decisiones que han tomado en relación a su alimentación y estilo de vida, que ahora “comen mejor”, “se mueven más” y se “sienten bien”, que de otra manera tiene un impacto positivo en su calidad de vida a largo plazo y en la prevención de enfermedades.
“Pienso, luego como” sería uno de los primeros pasos para aplicar la nutrición consciente en nuestras vidas. La próxima vez que vayamos de compras al supermercado o nos detengamos a comprar comida rápida pensemos antes en cuántos nutrientes nos aporta lo que estamos seleccionando y qué combinaciones nos darán esa energía y elementos esenciales para sentirnos mejor, toma solo unos minutos, pero su efecto puede durar toda la vida.
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