Entre tanto concepto de belleza que atenta con nuestra esencia, no debemos pasar por alto que el maquillaje que nunca falla es el que proviene del amor propio.

Estar siempre lindas, bonitas y presentables es un mandamiento que las mujeres debemos seguir, pues obviamente así nos educaron, la sociedad y las plataformas de moda nos lo exigen. Y aunque es cierto que disfrutamos hacerlo debemos reconocer que no es tan fácil como nos lo pintan.

Es importante que desintoxiquemos nuestros corazones y nos amemos tal cual somos, no importa si somos de complexión alta o bajita, blanca o morenita, flaca o gordita…  lo que quiero decirte es que somos hermosas tal cual Dios nos formó y nos dotó de un tesoro que nos definirá aun después de la muerte: el alma.

Déjame recordarte que no será el cabello perfecto o la máscara de pestañas más cara del mundo por lo que te recordarán, sino por la empatía que muestres, tu compasión y amor que exteriorices a quienes te rodean.

Sí, es cierto hay muchos conceptos de belleza que nos invaden y poco se nos dice que amarnos y aceptarnos como somos es la base de la belleza. Y no es que menosprecie el poder del maquillaje para resaltar lo que llevas dentro, me refiero a que la parte externa no opaque lo más importante que es tu interior.

Veamos cómo el amor propio hace mujeres seguras de sí mismas y las lleva a tomar decisiones tan determinantes como cambiar el tono de su pelo, pagarse un curso, cumplir su sueño de viajar sola o con sus amigas, escuchar un podcast, leer un libro o pasar un día en pijama, alejarse de amistades tóxicas, emprender su propio sueño…

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Es altamente necesario que nos dediquemos un tiempo, que amemos nuestras imperfecciones y que aprendamos a vernos tal cual Dios nos ve. Es momento de vernos al espejo y que nos enamoremos de lo que vemos a diario.

¿Sabías que Dios nos hizo a su imagen y semejanza? De ahí debe venir esa necesidad de amarnos, cuidarnos y mantenernos limpias, bellas y frescas. No creo que a Dios le guste ver a Su creación triste, marchita y sin ánimos de nada.

Además, Dios nos dio capacidades para organizar, planear y ejecutar diariamente muchas cosas con eficacia, así que está en nosotras hacer tiempo para reposar y descansar para llenarnos de energía y empezar de nuevo.

Vivo mi vida ¡empezando de nuevo! Tengo el síndrome de ovario poliquístico y he pasado por muchos procesos cansados y dolorosos que a veces me acorralan a rendirme, me llenan de frustración y a veces me han llevado a perder mi verdadero valor, afortunadamente siempre he encontrado paz y amor en Dios, en mi esposo, en mi familia y todo eso me ha dado la energía necesaria para reencontrarme con mi esencia. Sigo luchando por mí, porque me amo y porque sé que merezco estar y sentirme bien.

Como maquillista disfruto hacer sentir a mis clientas especiales, procuro que ellas puedan verse en el espejo como Dios las ve. Admiro a las mujeres que saben pararse frente a un espejo (con o sin maquillaje) y reconocer que su belleza viene desde el interior.

¿Te sientes cómoda cuando te paras frente al espejo? ¿Qué esperas para reconciliarte contigo misma para apreciar lo que eres?