En medio de una crisis nos demandamos mucho y nos negamos la paciencia y el amor que ciertamente merecemos, en todo momento, especialmente en estos procesos.

Amarte a ti misma es un reto monumental cuando estás pasando una crisis personal, cuando recorres esos espacios oscuros, el dolor transforma e impide verte con ojos bondadosos. ¡En estos momentos crear un oasis de amor propio es más relevante que nunca!

Si atraviesas la noche oscura del alma, estás en un espacio de mucha transformación y posibilidad con mucha turbulencia el dolor transforma e impide vernos con ojos bondadosos. Estas crisis hacen que la mirada hacia el interior sea descolorida. Es como si toda la luz que antes veíamos en nuestro santuario interno se apagara y cuesta encontrar áreas llenas de potencial. Recorremos ese santuario en búsqueda de lo mejor que tenemos para tropezarnos con lo que más nos disgusta de nosotros mismas, nos topamos con las sombras y nos sentimos más abatidas. Ese es momento de crear un oasis de amor propio es más relevante que nunca.

Te dirán que al superar esta prueba serás una mujer más virtuosa y conectada, con fuerza e inspiración. Y sí, así es, pero mientras atraviesas esas tinieblas, ¿qué haces? ¿dónde encuentras y fortaleces tu amor propio?

Poco se discute sobre cómo encontrarlo cuando estamos en la crisis, el duelo o una pérdida. En medio de ese estado nos demandamos mucho y nos negamos la paciencia y el cariño que ciertamente merecemos.

¿Cómo darte una dosis merecida de amor?

Encuéntrale un significado personal y positivo a la situación. Es frecuente ver las implicaciones que tiene para las personas cercanas y buscamos minimizarlas. Si eres mamá quizás estés pensando en tus hijos. Si eres hija, esposa o amiga tu enfoque puede ser el malestar de los otros y te recargues con la responsabilidad de hacer que todos salgan bien librados.

Sal del espacio colectivo y entra a uno personal. Adentro encuentra una mirada diferente al problema, una perspectiva a lo que está ocurriendo que tenga significado para ti. Acércate a lo que tienes y olvida a los que están en la mesa para obtener una visión distinta y más manejable. Por ejemplo, si perdiste tu trabajo y estás angustiada por las finanzas familiares, suelta la carga de la familia un momento y piensa en ti. ¿Qué oportunidades se abren que no has considerado? ¿Qué estoy aprendiendo de esta situación? ¿Qué estoy superando de mí misma que me está llevando a otro proyecto? Responde esas preguntas con una actitud positiva. Ponte al centro de la situación, encuentra un espacio de crecimiento y bienestar para ti.

Haz más de lo que te sale bien. Es importante reforzar y afirmar tu autoestima de manera auténtica y apoyada en tus virtudes y fortalezas.

No te enfoques en superar los desafíos que más te cuestan para sentir que avanzas y afirmar tus capacidades. Cambia el pensamiento “cuando lo supere me sentiré bien”, piensa al revés, “cuando me sienta bien lo superaré” y busca esa sensación de logro en las cosas que conoces y sabes que son una fortaleza. Es decir, genera ese sentimiento de éxito en las áreas que sí funcionan para usar esa energía positiva en lo que requiere más atención y esfuerzo.

Generar un estado emocional hermoso, impulsar tu vida y elevar tu frecuencia vibratoria empieza con sentirte bien. Si lo haces bien, te sientes bien. Empieza por allí.

Busca refuerzo positivo. Las opiniones salen baratas y se dan sin mayor pensamiento, muchas veces sin buena intención.

Sé selectiva y encuentra personas que escuchen, validen tus sentimientos y te den una perspectiva distinta desde el cariño y la confianza en tus capacidades. Un porrista espiritual es lo que necesitas, un ser conectado que te levante y ayude a encontrar tu autoconfianza. Busca a esa persona que tiene una visión de aceptación y de posibilidades, alguien que te conozca bien y te diga con amor lo que no estás viendo o considerando, también te sugiera opciones, sin forzarte.

Di “no” y con frecuencia. En esta temporada se hace vital rehusar invitaciones, negarte a hacer favores (que normalmente haces con gusto) y tomar la rutina con más calma. En esta travesía del espíritu, menos es más.

Resiste el impulso de llenarte de actividades y compañía para ahuyentar los pensamientos de preocupación o remordimiento porque huir de ellos solo hace que griten más fuerte. Dedica tiempo para reflexionar, procurarte espacios de calma y silencio, sal del mundanal ruido para oír tu interior y recibir los regalos que el proceso tiene para ti. Escucha el impulso de salir sola por largas caminatas. Entre más conectada estés contigo misma, más te puedes amar y aceptar, y mejores decisiones tomarás.

Date un descanso mental y espiritual. Cuando estás bajo una fuerte demanda de energía mental y emocional es importante crear un remanso para soltar el peso y recargar el motor.

Practicar meditación te será muy renovador, ya que ayuda al cerebro a regenerarse y balancear los neurotransmisores que producen la sensación de bienestar, además, regula el funcionamiento del pensamiento, reducen la ansiedad y tristeza profunda. También puedes apapachar tu cuerpo, que es el envase del subconsciente. Vete a un spa por un masaje, hazte un pedicure o un tratamiento corporal y acompáñalo de una mini vacación mental. Usa tu imaginación y escápate a tu vida ideal. Ve a esos lugares, situaciones y sentimientos que siempre has deseado experimentar. Sumérgete en ese ámbito de sueños hermosos a través de las sensaciones corporales más agradables. Relájate, consiéntete y afirma “me lo merezco”.

Eres la fuente desde donde se crea tu mundo. Dios está en ti y te conectas con Él a través de tus pensamientos y emociones, de adentro hacia fuera. Él te ama infinitamente y desea que tú hagas lo mismo. No importa qué esté ocurriendo en tu exterior, date ese espacio para conectar con el amor y así generar claridad, inspiración y paz.