En toda edad ¡Dios obra para bien!

Pasar de una prueba a otra no ha sido fácil, pero cuando veo Su propósito en mi vida concluyo que en toda edad y en todo momento ¡Dios obra para bien a quienes lo amamos!

El agradecimiento empieza a tener valor cuando lo expresamos aún en aquellos sucesos desafortunados y no tan buenos que vivimos. No siempre los agradecemos de buenas a primeras, lo hacemos cuando comprendemos que son pruebas de parte de Dios Padre con un propósito para transformarnos en una mejor versión de nosotros mismos.

A mis 40 años, con 25 de ser cristiana, puedo asegurarles que nunca había vivido la manifestación de la gloria de Dios como en los últimos 3 años. Este tiempo ha sido de una prueba tras otra, no ha sido nada fácil, pero cuando logro alinear mi voluntad a la de Él puedo ver Su propósito, todo fluye mejor, agradezco y tomo el aprendizaje para integrarlo a mi vida.

Hoy estoy donde no quiero estar, pero con la certeza de que Jesús me acompaña en cada paso, con la convicción de que estoy viviendo en obediencia a una solicitud de mi Padre, luchando contra todos los pronósticos del mundo, viviendo cada día por misericordia en un entorno adverso, lleno de pruebas y dardos que quieren vencerme.

Hay días que me quiero rendir, donde el cansancio es abrumador, pero el Espíritu Santo me renueva, multiplica mis fuerzas y envía sus ángeles, mujeres realmente excepcionales que oran por mí, me dan amor y se dejan usar confirmando la Palabra de Dios en mi vida.

Jamás imaginé vivir toda esta tormenta, ni en mis peores pesadillas, pero ahora comprendo que es necesario, que en el crisol del fuego somos purificados y pulidos, y la prueba nos hace vivir dependientes de Él.

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He aprendido que Sus tiempos son extremadamente perfectos, cuando empiezo a unir los sucesos como puntos que luego forman un dibujo completo, todo toma sentido y comprendo que las cosas han pasado en el momento exacto durante mi proceso, para aumentar mi fe, crecer como su hija y madurar como mujer.

Caminar de Su mano

Recuerdo quién era hace unos años y veo cuánto he cambiado, cuánto he avanzado y estoy segura de que sin Él nunca lo habría logrado.

En este caminar he conocido nuevas personas, han resurgido viejas amistades y se han fortalecido amistades de siempre, personas que mi Padre me ha regalado, que me llenan de amor, sabiduría y cuidado. Todas ellas me ven de forma muy distinta a aquellos que me conocen desde hace décadas. Por Su obra hay un antes y un después que reconocen solo aquellos que con amor e interés me han acompañado en este proceso y que también tienen una íntima relación con Él.

Dios ha sido más que bueno en este proceso. Viendo hacia atrás comprendo cómo cada vivencia me ha apartado para Él, veo Su misericordia cada mañana y tengo la certeza que Su gracia y favor me han dado las fuerzas necesarias, porque las mías nunca han sido suficientes, con Él la carga se vuelve ligera y hay verdadera paz en medio de la tormenta.

Papá no deja de sorprenderme nunca, tiene detalles únicos conmigo, me habla de manera que pueda escuchar Su voz y comprenderlo. Tras estos años ha confirmado Sus promesas y planes para mi vida y aunque aún no los he visto todos, mi corazón está convencido de que sucederán, porque Él es Dios todopoderoso y cumplirá.

Tengo el honor de ser hija del dueño y creador de todo. Tengo la dicha de que mi Padre me haya dado un nombre por el cual me llama, soy su Amari amada, su milagro y Él es mi Padre amoroso, mi Esposo fiel, mi Amigo incondicional. Él ha tomado el lugar que le pertenece, el primero en mi corazón. He vuelto a mi primer amor.