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Cómo me convertí en la «miss»

Cómo me convertí en la «miss»

Vivo el sueño por el que creí cuando apenas tenía 7 años que se materializó con constancia y perseverancia. Me emociono al recordar cómo me convertí en la miss.

En arquitectura, maestra es una pieza larga de madera o fila de piedras que se coloca verticalmente y sirve de guía para construir una pared o un pavimento, y esta definición no es muy lejana a la profesión que ejerzo.

Una maestra es aquella guía que modela a los estudiantes una manera de ser o que construye un ambiente de aprendizaje digno para todo aquel que desea aprender, también nos colocamos frente a un salón de clases enfrentando los desafíos que una pandemia dejó, y si bien estamos de pie, muchas veces nuestras batallas se ganan de rodillas.

No seremos arquitectas, pero bien que construimos autoestima y liderazgo, estableciendo las bases de la sociedad del futuro. Ser maestra es más que una profesión, es vocación. A los siete años decidí lo que quería ser cuando fuera grande. Una maestra practicante ingresó a mi salón de clases, con una gabacha y cientos de calcomanías, eso fue lo que me cautivó, quería ser como ella, en mis estudios el sueño de ser maestra se convertía en un proyecto de vida: mi propio colegio. Con ese sueño en mis maletas, inicié mi viaje a la vida real.

Un embarazo adolescente, trajo consigo un motor para alcanzar mis sueños y encontrar mi propósito. Justo en el último año de mi carrera magisterial, nace mi hija, quien desde entonces ha sido la primera persona en la que he proyectado mi ser, quien conoce a la mamá estudiante, a la mamá maestra, a la mamá emprendedora y a la mujer real que ha atravesado diferentes procesos, para alcanzar sus metas.

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No fue fácil, estudiar, trabajar, llevar un hogar y seguir soñando. Pero ha sido gratificante y lleno de aprendizaje, no en balde un maestro nunca deja de aprender. En reiteradas ocasiones, he visto cómo un maestro puede impactar decenas de personas, tanto de manera positiva como negativa, y es ahí donde, no solo debemos profesionalizarnos con un título de enseñanza media o una licenciatura, sino también debemos humanizarnos y encontrar nuestro propósito.

En esa etapa de formación docente no solo es necesario cursar psicología o aprender administración educativa, sino también desarrollar los talentos que Dios nos ha dado, expandir nuestra visión y reconocer que, lo que tenemos de frente no son 35 alumnos, sino 35 corazones, 35 cabezas y 35 oportunidades de reflejar el amor de Dios.

Luego de aterrizar en diferentes establecimientos educativos, que, si bien me formaron y me pulieron en la docencia, sentía que en mis maletas el sueño de dirigir un colegio pesaba aún más. No fue sino hasta que aterricé en una comunidad que me abrazó, me recibió y me permitió desarrollarme, que el sueño tomaba forma y se materializaba. Es ahí donde a mi nombre se le acuñó el título “Miss”, algo que había llevado conmigo quince años, pero que no lo había sentido tan mío como en ese etapa. Fue en una iglesia donde, no solo conocería el amor de Dios y Su poder, sino donde continuamente he sido moldeada para impactar las mentes y los corazones de mis alumnos. Por eso, a la vocación debemos agregarle propósito y servicio, porque no solo enseñamos sino, impactamos.

Cuando hablamos del año 2020, todos recordamos una pandemia, el aislamiento y la nueva era virtual. Yo recuerdo mi primer año como Directora, recuerdo la emoción de ver y sentir tangiblemente el sueño de aquella niña de siete años, y el miedo de enfrentarme a la migración de la educación tradicional a la educación virtual. Fue en ese momento, donde, los concursos de ortografía, los de deletreo en inglés, los de declamación y oratoria de mi niñez, las olimpiadas científicas y las prácticas docentes de mi adolescencia, los cursos universitarios, la formación de liderazgo y la búsqueda de mi propósito, se ensamblaban y cazan a la perfección en mi nueva oficina. Me estaba enfrentando al mayor reto de mi vida, llevar avante un proyecto que traía consigo, formar un equipo que me ayudaría a impactar, enseñar e inspirar el aprendizaje en plena pandemia y a dar apoyo emocional después de ella.

Me siento afortunada, pues cada vez que me llaman “miss” revivo cómo convertí mi sueño en mi propósito.

Hija de un Rey. Mujer emprendedora. Mamá de una adolescente empoderada y escuchada. Maestra de vocación, coach educativo y asesora pedagógica de profesión. Directora académica y curricular de su propio proyecto educativo y fundadora de una Academia de Idiomas. Enseñar, inspirar y amar son los bases de su ser.

Jackie Girón Garzaro – who has written posts on Ladrona de frases.


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