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¡Fracasé como mamá!

Muchas veces he tenido resaca moral por no dedicarles el tiempo ni la paciencia que mis hijas necesitan. Una vocecita en mi interior me ha hecho sentir que la tarea me ha quedado grande y que ¡fracasé como mamá!

Me he ido a la cama con esa sensación de fracaso que apretuja algo en el pecho. En silencio me he confesado con Dios para que me libere de esa pesada carga que siento y me dé fuerzas para enderezar mi plana. Hoy que lo escribo, pido misericordia para no ser juzgada por quienes no han pasado por algo así.

La historia empieza en mi familia. Mi mamá ha hecho su tarea tan bien que me dejó la medida muy alta. Se las arregló para tener tiempo de criar dos hijas, lavar (sin lavadora), planchar, cocinar sin Tasty y jamás recibir un tip de las mejores nutricionistas del mundo, cosía y remendaba nuestra ropa sin haberse matriculado en el Intecap ni mucho menos en el Ifes. Además, tenía tiempo para hacernos mole, tamalitos de elote o una magdalena en las tardes de invierno. Y 98% de nuestras noches, llegaba a rezar por nosotras y darnos un beso de buenas noches.

Con esta mamá, es muy difícil sentirse buena mamá. Ella, que no venía de un hogar lleno de cariño, nos llenó de amor, detalles y buen ejemplo. Y como toda buena madre, nos pegó con la chancleta y nos sentenciaba con la mirada. Sin embargo, sin la ayuda de psicólogas o pedagogas, ni metodologías académicas de moda nos formó para la vida. ¡Gracias, mamita linda!

Trabajadora y mamá

Antes de casarme ya era workaholic y me satisface decir que he sido una trabajadora feliz, me he realizado profesionalmente y he disfrutado ese proceso de adquirir experiencia en áreas relacionada a mi carrera.

Soñé con ser mamá de dos y efectivamente soy madre de dos mujeres que demasiado rápido dejaron de ser mis bebas. La primera es una universitaria con una mente artística y la otra está abriéndose campo en el disparejo mundo del futbol.

Cuando nació mi segunda hija, la primera tenía 2 años y medio, dejé de laborar fuera de casa y me convertí en mamá de tiempo completo durante ocho años. Después regresé a trabajar en un área que requirió mi completa atención y durante ocho años más me dediqué a ser trabajadora mamá.

El año pasado, en plena pandemia cuando a todas se nos dio por reflexionar, noté que ellas eran independientes y que de pronto ya no me necesitaban tanto. Aunque estoy consciente que mi labor es formarlas para la vida, llegué a cuestionar mi desempeño como mamá y del poco tiempo que he dedicado a enseñarles, tal como lo hizo mi mamita con sus hijas.

Sin embargo, después comprendí que mi madre, mis hijas y yo somos tres generaciones distintas, cada una se desarrolla a su manera. Bajo ningún motivo descalifico lo que aprendí en casa, solo debo adaptarlo a la generación que tiene Tik Tok o Youtube para resolver todo a través de los tutoriales.

Fue así como concluí que la voz de una suegra, de la abuelita, de la amiga “perfecta” e incluso de nuestros hijos no debe condenarnos. Haber sido una mamá trabajadora les enseñó a mis hijas una visión del rol de la mujer que las enriquece.

Así que, si alguna vez escuchas esa vocecita tratando de hacerte sentir mal o restregándote tu fracaso como madre, ve con tus hijas o hijos e indaga sobre son sus sueños y metas, verás que ahí está implícito lo que han aprendido de ti. Estoy segura que -como yo- encontrarás las semillas que has depositado en sus corazones. Cuando sean adultas y hayan tomado su propio camino podremos ver que nuestro método valió la pena.

Mujer, esposa y madre. Robadora de frases. En proceso de construcción. Amante de los viajes, buenos libros y museos.

Marly Leonzo – who has written posts on Ladrona de frases.


Marly Leonzo

Mujer, esposa y madre. Robadora de frases. En proceso de construcción. Amante de los viajes, buenos libros y museos.

Comments (1)

  • Guillermo Pacheco-Gaitansays:

    junio 4, 2021 at 6:23 am

    Querida Marly no cabe la menor duda que has sido una mamá extraordinaria y extendido de lo que como esposa y familia tienes… tremenda reflexión incluso a nosotros como papás…

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