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Lo que nadie dice sobre cerrar un ciclo

Se habla mucho sobre la importancia de cerrar un ciclo, pero poco nos cuentan sobre lo que se siente cuando logras alcanzar esa meta.

¿Cuántos ciclos tienes abiertos en tu vida? Piensa en los temas académicos y los personales. Aunque se habla mucho de la importancia de cerrarlos debemos reconocer qué argumentamos para postergar esas decisiones porque algunas exigirán sacarnos de nuestra zona de confort, otras nos llevarán a enfrentarnos con viejos temores.

Lo que casi nadie nos dicen es cuánta gratificación se esconde detrás de ese esfuerzo extra, es algo así como el vino que entre más añejo se disfruta más, pero si tienes puertas medio abiertas ¡cerrarlas te va a llenar de una satisfacción incomparable!

Mi 2023 está lleno de momentos, pero quizás el mejor es haber culminado la licenciatura que inicié hace tres décadas, lo escribo y el tiempo me sigue pareciendo un bloque de concreto bien pesado, pero se logró…

Por espacio no cito a cada persona que me apoyó durante el proceso, pero obvio que un logro así requiere de mucha ayuda. Rodéate de personas que no solo crean en tu meta sino también estén ahí durante el proceso porque habrá muchas ocasiones en las que vas a querer tirar la toalla como yo.

El inicio

La vida universitaria me trajo a vivir a la ciudad, yo era feliz en Xela donde ya tenía un lugar seguro y estaba rodeada de las mejores amigas hasta que se me ocurrió estudiar una carrera que en aquella época no estaba disponible en esa ciudad.

Yo quería ser periodista, pero mi papá no me lo permitió. Argumentó que en Guatemala los periodistas terminaban desparecidos o en una cuneta. Era la época cuando Jorge Ramos cubría la guerra en El Salvador, a lo mejor mi papá pensó que eso era lo que me motivaba y me forzó a redirigir mi profesión. No desistí de estudiar Ciencias de la comunicación, pero inicié con el técnico en publicidad en la USAC.

En 1993, empecé en la jornada vespertina, llena de miedo ante los “orejas”, los “chafas” y los “comunistas” como me advirtieron en casa. Poco descubrí de esas categorías, si había no se echaron color. 

En cuarto año empecé a trabajar en un medio de comunicación y me trasladé a la jornada nocturna… Otro rollo. No había escritorios, el aula no tenía capacidad para tantos estudiantes, me costaba llegar a tiempo para no quedarme parada o fuera de la clase… Así empecé a posponer la U y a sacar uno que otro curso. Se empezaron a acumular los años y perdí el interés en graduarme.

¡No sea mediocre!

Más o menos en el 2007, tuve una conversación muy incómoda con mi mejor amigo, quien me reprendió y hasta me trató de mediocre por dejar inconclusa la carrera… Con esa terapia intentó ponerme en perspectiva la importancia de dar el ejemplo a mis hijas y cerrar ese ciclo. Días después de esa discusión él falleció. Su partida me motivó a hacer el privado para obtener el título de publicista, pero seguía faltando el trámite de la tesis para el famoso título de “licenciada”.

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Quienes me conocen saben que nunca me han atraído esos títulos académicos que la gente antepone a su nombre, pero mi papá siempre ha soñado con el título universitario de sus hijas. Así que deseaba honrarlo, pero el marco teórico de la tesis iba, venía, se vencía y había que volver a empezar el año siguiente, hasta que finalmente empezó el 2023.

Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”, dijo Albert Einstein. Decidí probar con el EPS, ejercicio de práctica supervisada, donde muchas personas contribuyeron para que el proceso se ejecutara y finalmente, el 9 de septiembre estaba en pleno examen privado. Durante los 11 minutos que duró me arrepentí un millón de veces por no haberlo hecho antes, quién me manda a estar en estas a esta edad, pensé. No dormí, comí mal y me puse de mal humor durante el proceso, pero lo conseguí. Faltaba terminar el informe final (que casi es una tesis) y vivir el acto de graduación, pero el resultado fue: aprobado. Casi se me sale el corazón cuando lo escuché.

No les puedo explicar cómo me sentí después de llamar a mi papá para contarle que había ganado el examen y ni qué decir de ese instante cuando pude abrazar a mi hija pequeña -que estaba cerca-, después ver a los ojos a mi hija mayor y a mi esposo. Sentí una alegría que nunca vi venir, no sabía que ese logro me llenaría de una gran satisfacción.

¿Por qué lo pospuse?

No tengo una respuesta, aunque sí una lista de excusas. Hace años trabajo como comunicadora. Trabajé como correctora en Prensa Libre, en Ogilvy, Casa de Dios y otras organizaciones. He tenido mucha gracia para hacer aquello que me apasiona sin el título.

Lo cierto es que el acto lo viví de principio a fin, según yo, quienes esperaron menos para ese momento lo disfrutaron de otra manera. Valió la pena el esfuerzo y el estrés. Si tienes algún ciclo abierto en tu vida inclúyelo en tus propósitos del nuevo año. La satisfacción te llenará de tanta alegría que los otros temas pendientes los verás desde otra perspectiva. Me atrevo a compartirte mi experiencia para que eso que nadie dice te anime a cerrar el ciclo.

Mujer, esposa y madre. Robadora de frases. En proceso de construcción. Amante de los viajes, buenos libros y museos.

Marly Leonzo – who has written posts on Ladrona de frases.


Marly Leonzo

Mujer, esposa y madre. Robadora de frases. En proceso de construcción. Amante de los viajes, buenos libros y museos.

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