El placer que habita en mis libros

El cimiento de esta obsesión es su capacidad de hacerme sentir. Los libros me hacen feliz, leer es un ritual de placer puro. Aunque cuenten historias tristes, conducen a un estado difícil de explicar.

Escuché un golpe seco. Luego un eco. El susto fue casi líquido. Fue un accidente que sufrió la repisa instalada sobre mi mesa de noche. Una bandeja corpulenta en donde guardo libros que necesito cerca. No soportó el peso. Se vino abajo con una tempestad de libros que formaron una extensa alfombra de papel. Verla me hizo pensar en cuán grande es la presencia de la lectura en mí.

Enumerar mis libros  favoritos es casi imposible, casi peligroso. He vivido mucho y he leído tanto, podría olvidar historias medulares. Remuevo mi amueblado mental y encuentro joyas que me marcaron de distintas formas. La lectura es en mi caso reloj y brújula, resuenan desde la historia universal y también desde lo cotidiano. El cimiento de esta obsesión es su capacidad de hacerme sentir. Los libros me hacen feliz, leer es un ritual de placer puro. Aunque cuenten historias tristes, conducen a un estado difícil de explicar. Transporta, es casi físico.

Mal de amores, Ángeles Mastretta.

Un libro al que he vuelto una y otra vez. Pocas veces pierde vigencia una obra como esta que es todo amor, mucha guerra, tanta historia. Fue tejida dentro del contexto histórico de la Revolución Mexicana. Emilia Sauri, la protagonista, simboliza luchas no negociables necesarias para preservar la identidad femenina. Ella es la magia de la novela. Además de serlo con los personajes y el argumento, Mastretta es maestra en el uso del lenguaje. Es un deleite cómo lo juega y lo transforma.

Gloria y esplendor, Taylor Caldwell

Mi abuelo lo puso en mis manos, tenía 13 años. No es para jóvenes, asume que el lector es inteligente y curioso en temas de historia. Me encantó a pesar de mi juventud. Es una novela histórica ambientada en la Grecia antigua, en Atenas, aproximadamente 500 años A.C. Los protagonistas son Pericles y Aspasia, su amante cortesana, su amiga. La mujer que más influyó en su vida, ambos existieron. Es un umbral para comprender la cultura occidental, la democracia y el poder transformador del arte. Alimentó mi curiosidad histórica y el profundo respeto que siento por la evolución de la humanidad.   

El Tigre, del guatemalteco Flavio Herrera

Lo llevo dentro. La vorágine que habita los escenarios, personajes y el lenguaje mismo, absolutamente rítmico, fue una revelación. El maestro Herrera me llevó a la boca costa y las fincas de los años 30. Aquello era la ley del más fuerte, del más cruel y del macho primitivo incapaz de doblarse por compasión. Luis, educado en una  capital civilizada, su conflicto personal y la barbarie que corría por la sangre del Tigre, Fernando su hermano, son inolvidables. Herrera es de los grandes de nuestras letras, y esta novela, la primera de “La trilogía del trópico”, llegó a mí para quedarse. Me marcó por suceder en mi tierra, por mostrar la impotencia de la mujer, sobre todo de la indígena, por la descripción del ambiente natural, por transportarme a escenarios que conozco. En El Tigre comprendí lo que el criollismo significa, literaria e históricamente.

A Mario Benedetti lo conocí en un poema. Su poesía ha sido puerta para ese género −leo poemas todos días− y también para su narrativa. La borra del café, un favorito, es una novela inolvidable donde el humor y el amor se convierten en reflejo de nosotros mismos. Benedetti rescata, en un espacio de ensueño, las anécdotas que acompañaron a Claudio durante su niñez en Montevideo. Los juegos infantiles, la ceguera de su amigo Mateo, la inesperada muerte de su madre, el traslado a otro barrio, la nueva boda de su padre, su propio descubrimiento del amor y del sexo. Las diferentes ceremonias de las despedidas las logra con capacidades enternecedoras.

Acompañamos al protagonista en su viaje a la vida adulta. Un gesto, el enigma del tiempo y algunas emociones se convierten en personajes. Lo leí con asombro, con una sensación muy especial de descubrimiento. En una historia pequeña encontré grandes gracias, su lenguaje poético una de ellas. 

Los libros son mi fundamento, me construyen. Como si fueran personas, han sido presencias queridas desde que tengo memoria. Leer me ha salvado y ensancha de mis horizontes.