En la más profunda de mis depresiones se me ocurrió fundar una asociación que ayude a combatir el suicidio.
Hace 17 años perdí a mi padre a causa del suicidio y desde entonces ciertas preguntas me han acompañado ¿qué es el suicidio?, ¿por qué mi papá dejó de luchar? ¿por qué quise dejar de luchar?
Mi padre decidió quitarse la vida, dejó de soñar, de pertenecer, de ser padre, esposo e hijo. Todavía no tengo las respuestas, pero sé que tengo una causa que surgió después de su partida.
Personalmente no pude manejar el dolor, no tuve la capacidad de hablar ni expresar las emociones que se desataron a partir de ese momento. Hasta que encontré en la natación el mejor remedio para sustituir el dolor del alma por el de los hombros y los brazos.
Horas y horas de entreno me llevaron a nadar en la prueba más grande de la natación: los 42 kilómetros del Canal de la Mancha. Ahí dejé todo mi dolor, tristeza y mi corazón en mil pedazos. Fui la primera mujer centroamericana en completar este reto. Durante 16 horas superé el frío, dolor y cansancio, en instantes creí que no lo lograría. Mientras me detuve a hidratarme una gaviota se paró a mi lado y supe que era mi padre que estaba acompañándome y motivándome para seguir braceando y pataleando con fuerza hasta que cumplí la meta.
Emociones inexplicables
No importan lo logros y lo que alcances. Al final, siempre hay emociones que están ahí, dentro de uno que no son fáciles de explicar. La bipolaridad y la depresión siguen en mi vida, provocando un silencio que me desespera, se aleja y luego regresa. Es como un tren que corre por mi mente. Pienso hacerme daño, quisiera que no me duela, que no me paralice, pero ahí está y se llama suicidio. Se adueña, lastima, se incorpora, pero con los años he aprendido que se puede alejar, borrar, gritar con amor y con esperanza, con fe y con un color nuevo. Pensando que no importa cuántas veces caemos, lo importante es cuántas veces nos levantamos.
Entre la más profunda de mis depresiones se me ocurrió fundar una asociación en contra del suicidio. Con mi falta de energía y mis pensamientos borrosos no sabía cómo, solo tenía claro que que era la mejor forma de honrar a mi padre, a mi gran amigo Luis Fer (sobreviviente), a quienes se han ido y a quienes han sobrevivido y por nosotros, por los que estamos luchando para que este corazón siga latiendo.
Agradezco profundamente el apoyo de Janina Saca y Paulina Bounafina por unirse a esta gran causa. Ellas fueron las primeras personas a las que les compartí esta idea y juntas empezamos a plasmar nuestras ideas. Se nos ocurría esto y aquello. Pensamos, escribimos, nos inspiramos, recordamos, lloramos, nos reímos y también nos cansamos.
Empezamos a reunirnos una vez por semana, luego creamos el nombre: Amans Vitae y poco a poco se unieron más y más personas. Ya han pasado 7 años y ahora nos acompañan especialistas en el tema. Hemos tenido muchísimo apoyo de los medios de comunicación y hemos logrado hacer distintas actividades para visibilizar nuestra misión.
Cada año conmemoramos el Día del sobreviviente suicida y el Día de la prevención del suicidio. Tenemos un grupo de apoyo para sobrevivientes. Impartimos pláticas en colegios y universidades, hacemos conciencia y alzamos la voz sobre esta problemática para que nadie experimente el dolor que produce una pérdida por el suicidio. De aquí en adelante ustedes también son parte de esta historia.
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