Toda madre anhela que a sus hijos les vaya bien: que toda su vida esté llena de salud, se rodeen de personas correctas, alcancen sus sueños y tengan éxito en todo lo que emprendan.
Para alcanzar esa meta es necesario proveer un ambiente donde haya un correcto balance de amor, disciplina, reciban palabras de afirmación, reciban instrucciones claras, conozcan los límites y a través de nuestro ejemplo podemos impulsar que avancen en cada etapa de su vida.
Como creeyentes reconocemos que nuestros hijos son una herencia que Dios nos otorga para que la administremos de manera efectiva, por eso no podemos sacar la oración de la ecuación para criar hijos seguros de sí mismos y con su identidad correcta.
Los temores que pueden provocar la responsabilidad de criar un hijo se disipan cuando entendemos que Dios los cuida, incluso antes de que ellos nazcan. El rey David menciona en el Salmo 22:10 TLA: “Todavía no había nacido yo, cuando tú ya me cuidabas. Aún estaba yo dentro de mi madre, cuando tú ya eras mi Dios”. Imagina que como el mismo David, tus hijos son cuidados por Dios y esa confianza nos debe motivar a orar a por ellos, en cualquier época de su vida y a cualquier edad.
Pero, quizás muchas se cuestionan cuál es la forma más efectiva de provocar a través de la oración, que les vaya bien. Después de reconocer que son hijos de Dios antes que nuestros, entonces el siguiente paso es acudir a la Palabra de Dios, a través de la Biblia, que revela lo que Él ha estipulado para ellos.
Sí, es en la Biblia donde podemos encontrar palabras que podemos exponer sobre ellos y usar de referencia para nuestra oraciones, especialmente cuando nuestras palabras se quedan cortas.
A esa oración o esa comunicación con Dios añádele fe y digamos que el proceso está listo. La fe es como el ingrediente que te va a llenar de certeza que Dios te escucha y va a obrar en la salud de tu pequeño o en ese emprendimiento de tu hijo adulto.
Por experiencia propia te puedo decir que esa labor de orar se incrementará en algunas etapas más que otras, pero es algo que no tiene fecha de caducidad. Al inicio de la pandemia todos los niños se vieron afectados, si para los adultos fue complejo asimilar tanto cambio, ellos también los vivieron: perdieron su rutina, dejaron de ver a sus amigos, a su familia y dejaron de ir a estudiar.
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Por supuesto que mis hijos también fueron víctimas de esas nuevas reglas. Y Dios, que está al tanto de ellos, me envió un mensaje a través de una amiga que me indicó que debía orar por mis hijos durante 72 días seguidos. No cuestioné la instrucción y empecé a orar por ellos. Lo que les puedo decir es que en ese tiempo comprobé que las oraciones hacen todo aquello que humanamente no podemos hacer por ellos. A través del Espíritu Santo, Dios los consoló, llenó de esperanza y abrió sus ojos a nuevas oportunidades.
Yo no sabía lo que pasaría en ese tiempo, pero Dios sí, además tenía claro lo que mis hijos necesitaban, mi trabajo fue solo obedecer y ejecutar Su plan.
Como madre te puedo decir que la oración es el medio más efectivo para que trabajes en tus hijos, por que con frecuencia nos toparemos con situaciones que no sabemos cómo manejar, pero es cuando doblamos rodillas que la paz llega a tu corazón y las respuestas las verás en ellos.
Si hasta ahora no lo has hecho, te invito a que uses estos recurso que ya están disponibles en la Biblia para que puedas empezar a conocer el poder de tu oración. Visita esta plan diseñado para que veas a Dios obrar en pocos días: https://my.bible.com/es/reading-plans/14533-dios-ayudame-a-no-echar-a-perder-a-mis-hijos
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