Desarrollar un sueño en un mundo “masculino” como en el que vivimos, es una tarea que requiere sacar las mejores cualidades de la esencia de una mujer, especialmente cuando su pasión la lleva a un campo de fútbol.
Soy una futbolista profesional y desde que tengo memoria he escuchado comentarios negativos solo por el hecho de ser mujer y estar pisando un terreno que hasta hace algunas décadas era eminentemente masculino. Aun hoy, mucha gente tiene el pensamiento que este deporte es solo para hombres, que solo ellos tienen el derecho de practicarlo y desarrollar su carrera profesional en este ámbito.
Yo he descubierto que en la vida siempre tendremos obstáculos, por una u por otra razón, sin embargo, está en cada una saber cómo sobreponerse para seguir adelante. Para llegar a conquistar mi sueño escuché muchas voces que me decían que no podía jugar fútbol, que no tenía lo que se necesitaba, que era mala jugadora e incluso parecía hombre por querer jugar fútbol.
Mi carrera empieza cuando el entrenador del colegio invita a mis padres para que fueran a verme jugar, apenas tenía 9 años. Ahí mi padre se da cuenta que realmente había un potencial en mí y que en ese momento la responsabilidad que yo pudiera cumplir mi pasión más grande recaía sobre ellos. Sin duda, tener el apoyo de mis padres y de toda mi familia contribuyó para que pudiera sentirme mucho más segura y confiada.
Contrario a lo que otros esperaban que hiciera, esa fuerza adversa nunca me hizo abandonar lo que más me apasiona, sino que me llenó de fuerza y de un anhelo por demostrar que ser mujer no me hacía de menos, ni me impedía que pudiera meterme a la cancha de 90 por 120 metros de largo. Así que emprendí un recorrido que era nuevo, el fútbol femenino no tenía tanto auge como lo tiene ahora.
Empecé a trabajar y a forjarme metas a corto, mediano y largo plazo. Debo decir que mi camino ha estado lleno de sacrificios, pero he descubierto que todo tiene su recompensa y que lo que más cuesta es lo que más se valora. Este maravilloso deporte me ha abierto muchas puertas y a través de él puedo decir que las mujeres somos poderosas, valientes y capaces de realizar todo lo que nos propongamos.
Gracias al fútbol he podido romper esquemas y paradigmas. Balanceando mis estudios con el deporte he tenido la oportunidad de salir de mi país y trascender, realmente el “fut” es una herramienta que me ha cambiado la vida.
Sé que en Guatemala hay muchos casos donde las oportunidades para las mujeres son limitadas o inexistentes, pero me gusta creer que ya hay un grupo de mujeres cumpliendo su sueño en ámbitos como el fútbol y le están abriendo paso a quienes vienen en camino, aquellas que no se crucen de brazos ni se dejen vencer por las voces de otros, sino que sigan hasta alcanzar el triunfo.
Por experiencia puedo decir que no hay límites para quienes nos gusta soñar. Como mujeres tenemos que creer en nuestra capacidad y en nuestro talento. En ese recorrido es importante rodearnos de gente que nos quiera ver triunfar, que sinceramente nos aprecie y apoye en toda circunstancia, para mí esa gente ha sido mi familia, estoy segura de que encontrarás tu propio núcleo que te acompañe.
Somos dueñas de nuestra propia historia y tenemos las herramientas necesarias para sobresalir y ser exitosas en cualquier campo.
Comments (1)
José Raúl Asteguietasays:
marzo 29, 2021 at 8:26 amMuy buen artículo María! Motivante para todo ser humano que invita a soñar y luego buscar realizar los sueños, una realidad! La historia ha cambiado, porque te haz propuesto cambiarla por ti misma, enseñando y motivando a más mujeres a crecer, a cambiar, a accionarse como seres humanos para poder llegar a donde deseen.
Ya que como tu misma haz escrito, para poder llegar, haz de sacrificar, sacrificarte, para buscar tus sueños y hacerlos realidad. Un fuerte abrazo.