Madres astutas dispuestas a defender lo que aman.
Recientemente tuve la oportunidad de compartir con una amiga que con lágrimas en los ojos me comentó que en pocos meses se convertirá en suegra.
En la conversación pude ver varios matices en sus sentimientos: dolor por la separación física de su hijo, alegría porque llega el momento en que él inicie una nueva etapa, tristeza porque ellos están planeando los detalles de la boda sin ayuda de los padres, alegría por la buena relación que tiene con la futura nuera.
Hace varios años su hijo decidió emprender su vida universitaria en otro continente, donde se enamoró. Creo que ninguna madre está preparada para despedir a su hijo en su viaje universitario y que ese ciclo culmine en boda, especialmente porque como hemos visto, no importa la edad que ellos tengan, siempre serán nuestros pequeños.
Esa conversación con mi amiga me dio una nueva perspectiva de ese proceso de convertirse en suegra. Estoy segura de que ella no será una villana en ese matrimonio, por el contrario, hará su mejor esfuerzo para celebrar la decisión de su hijo y acoger en su familia a la mujer que ahora será la protagonista en el corazón de su primogénito y es la futura madre de sus nietos.
Me hubiera gustado muchísimo que este mes pudiéramos conocer experiencias de algunas esposas que han tenido que lidiar con una bruja o villana en su hogar, pero aunque hubo algunas propuestas, las víctimas optaron por guardar silencio y cuidar la paz familiar.
Las columnas compartidas nos enseñaron que hay muchas buenas suegras, mujeres que aprenden a desarrollar relaciones inteligentes en los hogares ajenos. Madres que entienden que cada matrimonio debe enfrentar sus propios retos, sus propias equivocaciones y disfrutar de sus aciertos. Las columnistas nos hicieron pensar que tarde o temprano debemos asumir ese papel en la película de vida de nuestros hijos o hijas.
¡Seré suegra!
Leyendo las columnas de este, no sé si te dio por pensar en ese momento en que te llamen ¡suegra! Yo reflexioné en ese instante en el que una de mis hijas llegue para contarme que le han propuesto matrimonio… Esa pedida será en mi casa y tocará prepara todos los detalles para que ese momento sea memorable.
Pero mientras ese momento llega, quiero pensar que esa persona con la que ellas van a unir su vida ya está en este mundo, ya está siendo formado en el seno de su hogar. De verdad le pido a Dios sus padres lo estén preparando para la vida real, es decir que lo estén formando para ser un hombre que no se rinda, que luche por sus sueños y que tenga metas grandes, que confíe en Dios. Mis oraciones van encaminadas especialmente a eso, que conozca a Dios y que lo ame, que con principios y valores desee integrar un hogar y una familia.
Junto a mis oraciones asumo el compromiso de sacar lo mejor de mis hijas, para que puedan comprender que la vida se va formando de momentos, decisiones y sacrificios. Deseo que ser la madre que facilite que ellas puedan valorarse a sí mismas para valorar al hombre que escojan.
¡Sí, quiero ser suegra! Pero de esas que saben callar, esas que no dan un consejo hasta que se los piden, que establezca los límites seguros para todas las partes y que pueda ver en los esposos las cualidades que a ellas las enamoraron.
Deja una respuesta