Llegar a los 50 años me ha hecho sentir más libre que nunca y en el centro de la vida. Ahora me tomo más momentos para mí, pensando en las personas que más amo.”

Todo el mundo piensa que la flor de la juventud empieza cuando cumples 15 años, especialmente si eres una chica. Te compran un hermoso vestido con el cual te ves fenomenal, tienes una sesión fotográfica en donde sales radiante, una fiesta en donde muestras tu feminidad al mundo y crees que con ello tu carrera en la vida da inicio, pero apenas eres una crisálida que se ha empezado a formar. 

Con el tiempo te das cuenta que no sabes nada de nada y que esa incursión social no sirvió para despertarte y hacerte responsable de tus acciones y de tu manera de pensar. Al contrario, solo te puso en el centro de atención de la sociedad.

Al cumplir 50 años esa crisálida se ha roto y dejó ver sus alas hermosas, esas alas ahora se extienden, muestran todo su resplandor y hacen que seas única.

Llegar a los 50 años me ha enseñado que debo respetar el paso del tiempo. Sé que ese trayecto que he vivido no perdona y que el crecimiento celular que reflejo día a día -tarde o temprano- mostrará de manera visibles sus efectos.  

Sé que mi cuerpo no siempre sentirá esta energía y que la juventud que ahora percibo no durará para toda la vida.

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Comprender todas estas situaciones me expone y me centra en decisiones que debo tomar todos los días, por ejemplo: exigirme 90 minutos de entrenamiento diario en el gimnasio, 6 veces por semana, seguir aprendiendo sin importar el tema o el tiempo invertido. Yo me reté, la dificultad me la impuse con dos nuevos idiomas, además del inglés ahora también sé francés y japonés. 

Pero no solo lo que aprendo y lo que ejercito es importante, nada de esto funcionaría si no me dedico también a lo que ingresa en mi cuerpo. Todo esto me lleva también a controlar lo que como contando calorías, carbohidratos, proteínas y lípidos, agregando suplementos que sean adecuados para mi edad y mi ritmo de vida.  

Confieso que llegar a este punto de mi vida me ha hecho que me ponga en el centro de ella y me tome más de un momento para mí, pensando en los que amo.  

Como te ven te tratan

Hay un dicho que dice: “Como te ven, te tratan” y precisamente por eso le dedico tiempo a mi “envase proporcionado por Dios”.  Sonará muy superficial, pero mis hijos merecen una mamá de tiempo completo. Debo estar a la altura de sus energías, ya que ambos son adolescentes y sé que me necesitan por muchísimo tiempo más. Así que el ejercicio no es lo único que me mantiene joven sino el dedicarle tiempo al skincare diariamente para que todos los radicales libres no le hagan daño a mi piel. 

Aquí viene la pregunta del millón: ¿Aún te crees joven? Y mi respuesta es: ¡Sí! La edad es un número que solo sirve para registrar tu fecha de nacimiento, jamás te define a menos que estemos hablando de experiencia.  

Con la edad vienen responsabilidades que nunca imaginaste tener: hijos, trabajo, casa, hipoteca, entre muchas otras más. Pero también te dan solvencia, libertad, felicidad de ver el legado que has dejado, de las personas que has conocido y que han marcado tu vida.