Nos enfrentamos a la necesidad de replantear la forma en la que generamos ingresos y la manera en que administramos nuestras finanzas y manejamos nuestro tiempo.
Muchas esperábamos el 2020 con grandes expectativas. El cambio de década nos llenaba de ilusión y eso nos motivó a soñar en grande: planeamos proyectos y emprendimientos, hicimos reservaciones para viajes, imaginamos celebraciones familiares, salidas con amigas ¡en fin! Tantas cosas que hasta ese momento dábamos por sentado.
A lo mejor actuábamos como un hámster en su rueda, tratando de alcanzar cada vez más logros profesionales, económicos o de cualquier otra índole, pero ajenas a lo que pasaba alrededor, sin detenernos a disfrutar del proceso y las cosas pequeñas de la vida.
Hace ya casi cinto meses que, debido a un giro inesperado en la historia de la humanidad, nuestros planes y proyectos sufrieron una pausa forzosa. Salvo una docena de países en el mundo, todos hemos sido afectados por esta pandemia de múltiples formas. Sea cual sea tu caso, hemos vivido cambios radicales en nuestra forma de vivir y uno de los principales, que genera mayor desgaste emocional y mental es el financiero.
Hemos tenido que reducir los gustitos que solíamos darnos para utilizar el dinero de forma más eficiente o sencillamente porque no se puede salir. Otras se han enfrentado a una situación más dura donde el sustento para su familia dejó de llegar y hubo que tomar medidas radicales. Sin importar el escenario, las finanzas personales tienen el poder de afectar nuestra vida y nuestras relaciones interpersonales de una forma única. De nuestro manejo del dinero depende en gran medida si sentimos paz o angustia, felicidad o desesperación.
Es necesario que aceptemos que hay situaciones que están fuera de nuestro control. No podemos cambiarlas aunque queramos, pero sí podemos decidir tomar el control de lo que vamos a hacer con lo que está a nuestro alcance. Y allí es donde nuestra actitud y el buen manejo de nuestras finanzas harán una gran diferencia. Nos estamos enfrentando a la necesidad de replantear la forma en la que generamos ingresos, la forma en que administramos nuestras finanzas y manejamos nuestro tiempo. En situaciones como esta es en donde se experimenta de primera mano la importancia que tienen la disciplina, la valentía y el trabajo duro.
Si algo bueno se puede rescatar de esta crisis es que hemos aprendido a valorar lo verdaderamente importante y que nos forzó a salir de la zona de confort. Muchos emprendimientos han surgido a raíz de la necesidad económica generada por la falta repentina de trabajo, el confinamiento e incluso por la disponibilidad de tiempo que antes no teníamos. Es como si ver a los ojos a la necesidad y la escasez hubiera encendido la luz de la creatividad y el ingenio que había permanecido apagada hasta ese momento.
Hay muchísimo para aprender respecto al manejo del dinero, pero quiero compartirte tres cosas prácticas que pueden hacer una diferencia en este momento:
Haz un presupuesto enfocado en lo esencial. Un presupuesto no es restrictivo, al contrario, te da la libertad de saber con cuánto dinero cuentas y en qué puedes utilizarlo. Este es el momento de tomar al toro por los cuernos y eliminar todos los gastos no esenciales. Ya vendrá el tiempo para esas cosas más adelante.
Empieza con lo que tienes. ¿Sueñas con emprender? ¿Necesitas dinero? ¡Empieza con lo que tienes a mano! Proverbios dice que el diligente poco a poco se enriquece.
Practica el contentamiento. Esta es una actitud del corazón, estar satisfecha y agradecida. Practicarlo te ayudará a evitar gastar en cosas que no necesitas y mantenerte en paz.
Cuenta tus bendiciones, eso te dará la perspectiva correcta para enfrentar cualquier situación en la vida.
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