Cuando pierdes todo te encuentras con la posibilidad de resurgir de los escombros más libre, fuerte, valiente y con mucho para dar y aportar.
¿Alguna vez has sentido que tu vida es una página en blanco? Un lienzo en blanco produce muchas sensaciones, por un lado esa emoción de estar frente a algo nuevo y vacío donde puedes decidir qué pintar, pero al mismo tiempo esa sensación de estar en blanco porque todo ha sido borrado, de desaparecer, de no saber cómo empezar, de tener mucho y perder otro montón, de sentir seguridad aparente que solo es temporal e irreal, de ejercitarte en el arte de aprender a soltar lo pasajero, lo temporal, pero nunca el ancla, no la esencia.
Creo que todas vivimos ese momento en que descubrimos que tenemos la oportunidad de escoger cómo pintar nuestro lienzo y definimos lo que queremos dibujar, un nuevo despertar para quedarnos con lo valioso y dejar ir aquello que no representa nada.
Para mí este año fue un caminar particular por todo lo que perdí cuando se fue la seguridad material, el trabajo que no se dio como lo planifiqué, sueños inconclusos, el programa para mi familia que no se realizó y otras más que quedaron a medias.
Ante este proceso de pérdida, tuve que enfrentar nuevas emociones comparadas a las que se producen con un nuevo trabajo o cuando viajé sola a un país sin conocer el idioma, ese miedo que se genera el instante en que tienes a tu primer hijo entre tus brazos. Viví sensaciones que van desde el vacío, frustración, miedo, desesperanza, enojo y otras que aprendí a abrazar para sacar de esto un nuevo sentimiento que conocía en libros, pero ahora estaba en mi propia piel.
Ahora sé que la resiliencia es ese poder del espíritu humano de caerse y volverse a levantar, de aprender de los errores, esa capacidad de salir fortalecida de las circunstancias difíciles y dolorosas, pero con nuevas fuerzas, renovada, transformada, con una versión más trabajada y más sana de mí misma.
Soltar no ha sido fácil, pero sí ha sido valioso, es una perla de aprendizaje personal y es ahí, en ese nuevo comienzo (que aún no termina) donde encuentro mi verdadero ser, mi esencia y mi propósito de vida, donde pude tomar papel y lápiz (en este caso un documento en blanco en la compu y un teclado), e iniciar la aventura de compartir mi viaje donde soy un trabajo en proceso (work in progress), pero más liviana, más paciente, con más capacidad de dar de lo que tengo ya sin tantas máscaras, presiones o disfraces aprendidos.
Estoy con paz, me siento serena, con ganas y sueños porque a pesar de que la tormenta no ha pasado, desarrollé seguridad, firmeza y claridad, fortaleza y fe que permite tener más claro mi propósito y mi amor propio más vivo que nunca.
Este aprendizaje es a lo que le llamamos vida y estoy en ella para disfrutarla, para aprender a pasar las pruebas tomada de la mano de Dios y resurgir de los escombros mucho más libre, más fuerte, valiente y con más para dar y aportar.
Me encanta la capacidad que tenemos de decidir vivir con esperanza cada momento difícil cuando se nos presenta una página en blanco. En verdad estamos cerca de empezar una nueva temporada, en la que podremos aplicar lo aprendido este 2019 ¡Encuentra tu esencia y parte de ahí con fe y esperanza para este nuevo 2020!
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