El suicidio es la segunda causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años, según reportes de la revista “Clinical Psychological Science” en Estados Unidos. Aunque hay muchas causas, las más frecuente y silenciosa es la depresión.
De las experiencias que marcan el corazón está ese día. Me habían invitado a dar un taller a un Instituto Público de adolescentes y hubo un chico que en seguida se destacó del resto, su ánimo estaba decaído, su semblante lleno de tristeza, cubierto por un mecanismo de defensa desafiante. Rápido comprendí que algo pasaba en su corazón, que estaba pidiendo ayuda. No necesitó hablar, su corazón gritaba.
Al preguntar, su maestra me contó que era un joven que había querido suicidarse varias veces, recientemente uno de sus hermanos se había suicidado y años atrás su papá lo había hecho.
Lo que pude pensar -y sigo pensando- es que hemos fallado como comunidad, no somos “una opción” para nuestros jóvenes que requieren ayuda, necesitamos estar para ellos, ellos están viviendo procesos difíciles, llevan una carga en silencio.
El suicidio es la segunda causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años, según investigadores de la revista “Clinical Psychological Science” en Estados Unidos. Aunque hay muchas causas, quiero abordar una de las más frecuentes y silenciosas: LA DEPRESIÓN.
La depresión es un trastorno que no se nota a simple vista, inclusive para quien lo padece es difícil encontrar una razón “lógica” a sus sentimientos, pensamientos y emociones, a eso le sumamos la carga afectiva juvenil propios de la edad, la era digital en la que viven, la presión de grupo, la necesidad de aprobación, los hogares disfuncionales y en fin mucho con que lidiar.
Algunos de los síntomas (que no en todos pueden darse) son: cambios de conducta, retraimiento, ansiedad, no hacer cosas que generalmente le gustan, cambios del estado de ánimo, tristeza, irritabilidad, sentimiento de vacío o desesperanza, pérdida de peso, fatiga o cambio en el nivel de energía, patrones de sueño, descenso en el desempeño académico y deterioro en actividades sociales.
Si tú eres mamá, hermana, amiga, tía o compañera de alguien que está presentando algunos síntomas de depresión y has pensado “le daré su espacio”, por favor no lo hagas. ¡Involúcrate! ¡La intervención temprana es muy importante! No todos te pedirán ayuda, en estas circunstancias más vale “hacer de más” y no pensar después que no hicimos lo suficiente.
Ama con tu tiempo, con tu oído, investigando y preguntando, con tu propia voz y mano alzada para pedir ayuda por ti o por alguien más. Este es un padecimiento que necesita ser tratado, el tiempo por sí solo no ayuda, pero con la intencionalidad de cada persona y todo un sistema de apoyo alrededor, existe una esperanza. Creo por un futuro donde cada joven conozca que no está sólo, que puede salir de donde está, que su presente no limita su futuro, que hay un propósito para su vida, que en su vulnerabilidad está su fuerza, que Dios lo ama no importando nada, que su sonrisa es algo que el mundo merece ver.
Comments (1)
Heidysays:
abril 18, 2019 at 11:36 pmTuve depresión a los 13 años la primera vez, después tuve una crisis severa a los 18, con medicamentos y terapia logré salir adelante, nuevamente me deprimí por una crisis en mi matrimonio, he salido y vuelto a caer, espero en Dios no volver a ése infierno!!