Las palabras “fracaso” o “atraso” nunca formaron parte de mi vocabulario (ni de mis excusas), sin embargo en el 2024, coloquialmente “me rodaron pache” y antes de decir adiós, sobresale mi gratitud en este periodo de evolución.
Escribo con escepticismo sobre cómo empezar. ¡No sé para ustedes cómo fue este 2024! Yo sigo tratando de superar el 2020, parece que le metieron anfetaminas al tiempo, y de alguna manera, después de creerme invencible y de tener todas las fuerzas del mundo, el mundo me gana, el tiempo pasó, y me pasó encima (coloquialmente “me rodaron pache”).
Soy ordenada, me gusta tener una agenda programada con anticipación y que funcione como un reloj. Este año tenía planes, metas y un par de sueños aterrizados conforme a la realidad. Voy (iba) en contra del tiempo, creyéndome invencible, fuerte y exitosa en todos los aspectos de mi vida. Las palabras “fracaso” o “atraso” nunca formaron parte de mi vocabulario (ni de mis excusas). Si una piedra se “atrevía” a ponerse en mi camino, con todas mis fuerzas, conocimientos, experiencia y astucia, la pateaba y no volvía a ver hacia atrás.
El 2024 me enseñó algo diferente
Todo empezó con mis ganas profesionales de avanzar, de obtener lo que (según yo) me merecía. Estaba esa posición a la que siempre había dirigido mis ganas, mis deseos y mis anhelos. Después de más de cuatro años de intentos, por fin era mía. Había dejado en el camino mi juventud, mi reputación y mi dignidad… no por haber sido obtenida de una manera cuestionable, sino por todo lo que se dijo de mí en el camino. Pero, por fin, era mía.
Arranqué con todas mis fuerzas, con mi cuerpo y alma puestas en este nuevo rodeo en el que POR FIN me dejaban participar… apenas a las seis semanas de haber empezado, la vida me cambió la narrativa.
Mi cuerpo empezó a dar señales de agotamiento, estaba distraída, no encontraba enfoque, me sentía triste y frustrada… Después, más cansada y agobiada, hasta que la fiebre me venció. A finales de mayo de 2024, me dio la peor gripe que había tenido en mi vida. Seguí trabajando como aprendí hasta que un día, jueves, perdí la voz. El resultado: dengue. ¡No era posible! En mi mente no era posible… venían mis vacaciones, en las que asistiría a un concierto para el cual mi hermana y yo habíamos hecho horas y horas de cola para conseguir entradas. Una vez más, decidí que era más fuerte de lo que mi cuerpo sentía y me obligué a seguir.
A inicios de junio vi cantar y bailar a mi artista favorito en Francia. Una vez más todo estaba bien.
Regresé a trabajar cansada, desgastada por la enfermedad, pero el cansancio en ese momento no significaba nada para mí.
Viajé a Petén a emprender un sueño más, pero no me sentía tan energética como pensaba. Pensé en suspender el viaje y quejarme… pero ¿quién se queja? ¡Yo no!
Al segundo día de sol y el calor de Petén en pleno verano, caí con dermatitis aguda por contacto con “alguna materia viva silvestre”… Soy persona de campo, de tierra. ¿Por qué a mí? No podía estar bajo el sol, en climas calurosos o bajo estrés. Mi mundo empezó a colapsar. Dejé mi proyecto y tuve que delegar… yo era capaz de delegar en oficina, no “on site”.
Regresé y después de un mes de recuperación, donde por fin dejé de sentir que mi piel me quería comer el alma, la vida, y mis sueños… Ya no había dolor en toda mi existencia.
Seguí trabajando, la vida sigue. Sentía decepción propia. Era algo que nunca había experimentado. Mil veces había sentido decepción de compañeros, de subordinados, de familia, de amigos, pero nunca de mí misma.
El treinta de septiembre de 2024, después de pasar un fin de semana revisando un libro en el que había puesto una gran cantidad de mis energías, de enviar correcciones, de creerme editora profesional, diseñadora oficial del equipo y cuasi autora, mi cuerpo y alma cedieron…
Accidente cerebrovascular (ACV)
Me desperté como siempre, pero al pasar de los minutos no sentía mi lado derecho del cuerpo… y empecé a dar excusas. A los siguientes minutos, perdí la fuerza parcial de mi lado derecho, pero seguí en mis labores… Hasta que mis dedos no pudieron moverse. Decidí enviar un mensaje a un médico de mi familia, al que había estado evitando durante años. Me dijo que tenía tres horas para llegar a un hospital. Me estaba dando un infarto cerebral que en términos médicos se traduce a accidente cerebrovascular (ACV).
Yo, la invencible, omnipotente, sabelotodo y todopoderosa. Cuando llegué al hospital donde me pudieron salvar la vida, no podía decir una palabra coherente. Me diagnosticaron a tiempo, me intervinieron y estuve en intensivo algunos días y otros en observación.
El tiempo se detuvo en segundos. Ya no había planes, ni sueños, ni metas. El único objetivo era mover mi pierna derecha, aprender a sostener un lapicero, trabajar para obtener fuerza. Mi proceso fue rápido, pero para alguien con un ego tan grande como el mío, fue un doloroso despertar.
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¿Cómo se siente? ¡Re bien! Repita después de mí: “un perro XXX” (ni me acuerdo cuál era la frase que tenía que decir, solo sé que dije micos y pericos). Por la cara del médico comprendí que fracasé, podía mentir en lo físico, pero no en la parte cognitiva ni del lenguaje.
Podría escribir mucho sobre mi proceso de recuperación, de lo bueno y de lo malo, de los procesos administrativos del seguro social y demás…
Después de dos meses de terapias físicas, de lenguaje y cognitivas, estoy reincorporada a la vida normal como una persona casi “normal” (aún se me traba la lengua, no puedo silbar y pierdo el movimiento de mi lado derecho eventualmente). En el ranking del “stroke” soy un 1, de 0 a 6, siendo 6 el fallecimiento.
Tengo 39 años, no tenía ninguna predisposición médica. Además, supe que no podía procrear.
He pensado mil veces sobre el agradecimiento. La gente me dice ¡Eres un milagro!… Yo pienso, nada… y es allí donde radica la importancia de leer esto y la moraleja para aquellas personas para quienes el 2024 fue difícil… sea cual sea la razón.
Está bien no estar bien
Está bien darse tiempo para procesar lo que vives. Está bien no saber qué sientes. Está bien estar confundido. Cada proceso es único. Está bien si no cumpliste tus metas. Está bien si no tienes lo que dijiste en el 2023 que tendrías en el 2024.
En mi proceso conocí a una persona que me invitó a escribir, algo que siempre había querido hacer. Eso me hizo hacer recuento de los daños (como Gloria Trevi) y analizar…
Y mi gratitud está en todos aquellos comportamientos que tenía, que hoy ya no tengo, por lo que viví en el 2024. Gracias a aquellos amigos a los que perdí en mi proceso porque ya no nos necesitábamos. Gracias a las enfermeras, médicos y terapeutas que dejaron la vida estudiando para salvarme y ayudarme a regresar a quien yo era. Gracias a mi esposo, a mi mamita y papá. Pero lo más relevante ¡gracias a la vida que me permitió pasar, lo que hubiera sido mi último año de vida, aprendiendo y evolucionando!
Comments (3)
Vinicio Majussays:
diciembre 31, 2024 at 12:31 amTe abrazo desde lo mas profundo de mi corazón mi querida Ana Patricia, que tu Fe y fortaleza, te hagan cada día mas fuerte; será un buen año el 2025🥂
Jorge Mayorgasays:
enero 19, 2025 at 11:48 pmSiempre he creído que es usted una mujer muy admirable e impresionante. En verdad lamento que no pude mostrarle apoyo en su momento. Un abrazo y mis mejores deseos para usted siempre.
Jorge Mayorgasays:
enero 19, 2025 at 11:51 pmSiempre he creído que es usted una mujer muy admirable e impresionante. En verdad lamento que no pude mostrarle apoyo en su momento. Un abrazo y siempre le deseo lo mejor