Salud mental: ¡aguántate, no es nada!

Si enfrentas insomnio, pensamientos pesimistas o cambios bruscos de humor, y en tu interior resuena la vocecita que dice ¡aguántate! No es nada. ¡Hablemos de salud mental!

Puede que necesites leer que no fuiste educada para buscar ayuda cuando tu sistema emocional tiene desequilibrios. Pero no eres solo tú, la mayoría de las mujeres nacidas en los 70, no fuimos educadas para hablar de salud mental, ni de lo que sentimos, más bien fuimos formadas para no mostrar debilidad. Quizás por eso hay muchas amigas que padecen ansiedad o depresión en absoluto silencio y temen hacerlo público.

Según el Instituto de Salud Metal de Estados Unidos, “la salud mental incluye el bienestar emocional, psicológico y social y afecta la forma en que pensamos, sentimos, actuamos, tomamos decisiones y nos relacionamos con las demás personas”. Es un concepto muy amplio con lo que no estamos muy familiarizadas ¿o sí?

¡Decir cómo nos sentimos!

Descubrí que durante la pandemia de Covid-19 ¡aguantamos en silencio! Nos frustramos, nos llenamos de miedo ante la posibilidad de que nuestros seres queridos partieran, la ansiedad nos invadió y nadie nos enseñó a nombrar lo que sentíamos.

Así como la pandemia llegó y se fue, pero nunca tuvimos un cierre emocional del proceso, por lo menos yo no lo viví ni lo propicié.

Ante el recientemente caos que se vivió en Guatemala por los bloqueos, regresé a la situación de quedarme en casa ante la incertidumbre de no poder transitar libremente en las calles. Mi rutina se vio alterada, actividades sociales y laborales.

Esta situación impuesta por un grupo de personas que solo pensaba en sus propios intereses me llevó a experimentar enojo y frustración. También noté la ansiedad en mis hijas que suelen consumir contenido poco confiable en TikTok y terminaron llenándose de temor de que algo malo sucediera en el país.

Mi primera reacción fue minimizar la situación para que ellas no se preocuparan, pero luego me di cuenta que estaba evadiendo el problema, actuando de la misma manera como fui educada. Inconscientemente les estaba diciendo ¡aguántense! No es nada.

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Lo que ellas necesitaban era hablar de sus miedos y preocupaciones, yo estuve a punto de repetir mi patrón, pero reaccioné, las escuché y me sinceré, les dije que yo también tenía temor. Genuinamente me identifiqué con sus sentimientos para que entendieran que es válido sentir este tipo de emociones que no podemos controlar.

Pedir ayuda

Parece que a muchas nos programaron para ser ¡todopoderosas, autosuficientes y de acero! Y está bien tener esos poderes porque en algún momento nos ayudan a enfrentar las situaciones en la vida, pero cuando nos impiden ser vulnerables o humanas esas habilidades se convierten en nuestros propios enemigos.

No soy especialista, pero creo que a pesar de que tengamos una buena amiga que nos ayude a poner los pies en la tierra, nada puede compararse con el beneficio de acudir a un profesional (un terapeuta) que primero nos ayude a sanar y después nos guíe para entender cómo podemos encaminarnos para tener equilibrada nuestras emociones.

Es un hecho que buscar un psicólogo o psiquiatra no es malo –aunque nos enseñaron que eso es solo para los locos–, es un primer paso para que podamos encontrar el detonante de ese mal humor, de ese insomnio o de esa ansiedad porque las enfermedades suelen ser una reacción a algo emocional.

Como dicen mis hijas Mental health is important, lo han aprendido en las campañas en redes sociales y tienen razón, nuestra salud mental es realmente importante, pero no llega sola, es necesario que perdamos el miedo, la vergüenza o tengamos la fuerza para sanarnos para que podamos sanar a quienes nos rodean.