Me sigue encantando la víspera de mi cumpleaños, son momentos llenos de expectativa y felicidad, un año más que se suma y que me permite soñar con cosas nuevas.

Era viernes por la noche y recuerdo que fui por ti al trabajo. Tal como solías hacerlo, me diste un beso en la frente y un abrazo prolongado. Nos vimos, y tus ojos brillaron al ritmo de las luces de la noche.

Luego, nos dirigimos a casa de tus papás y saludamos a tu hermano, quien se mostraba un poco misterioso. Una hora después, descubrí que su actitud enigmática era porque preparaba una sorpresa para mi cumpleaños.

Me acerqué a la cocina y, a través del vaivén de la puerta, vi que estaba cocinando una deliciosa carne. 

Cenamos con ellos y fue una velada bonita.

Más tarde, nos despedimos de tu familia y regresamos a casa. Al decirte “feliz noche, mi amor”, recordé que al día siguiente sería especial: la llegada de mi cumpleaños número cuarenta. 

Temprano por la mañana, desperté y pensé: ¿habrá cambiado algo? Minutos después, comprendí que no; todo seguía igual. Y ahí estabas tú, sonriendo para mí y con un humeante café en mano.

Nos abrazamos y susurraste en mi oído: “Feliz cumpleaños, amor.” —¡Gracias, mi cielo!— respondí. Fue un momento que siempre recordaré.

También puedes leer: Menopausia desde la mirada de la nutricionistas

Así pasó el día, entre abrazos, visitas y el descubrimiento de la cena misteriosa que preparó tu hermano para mí. Seis años han pasado ya, y hoy puedo decir que sí, las cosas han cambiado.

¡Y mucho!

Ha sido un tiempo maravilloso, lleno de ilusión, momentos dulces y otros no tanto. Algunas cosas siguen igual y otras han cambiado. Me sigue gustando el café por las mañanas, las sorpresas para mí y el poder prepararlas para otros. Me sigue encantando el brillo de las luces nocturnas y, ¿por qué no?, las vísperas de mi cumpleaños. Siempre son momentos llenos de expectativa y felicidad, un año más que se suma a mi experiencia de vida y que me permite soñar con cosas nuevas.

Tú y yo ya no estamos juntos, pero nuestra historia permanecerá guardada en un lugar especial. Así que, donde quiera que estés, recibe mi agradecimiento por haber hecho de mi celebración de cumpleaños número cuarenta algo memorable.

No sé exactamente qué traerá mi futuro, pero estoy segura de que quiero disfrutar cada momento “siendo yo”, consciente de mí misma y abrazando cada cambio. Hoy me siento plena, agradecida y celebro la vida, lista para más sorpresas como aquella de la cena de mi cumpleaños número 40.