Me tiré al agua en una categoría poco común en la que hay que romper con paradigmas culturales, pero estoy convencida de que el trabajo dará fruto.

Soy relativamente nueva en el mundo de las emprendedoras. Mi proyecto nació en marzo de 2019, luego de meses de estar reflexionando y dándole vueltas a varias ideas en mi cabeza.

Soy mamá de tres pequeñas y hermosas hijas. Cuando la menor de ellas, Dakota, aún utilizaba pañales me di cuenta de que algunas noches no mojaba el pañal y al día siguiente igual había que tirarlo. Esta situación que impactaba directamente en mis finanzas me hizo pensar en buscar opciones y fue así como encontré pañales reutilizables ¡una idea genial!

A partir de este momento descubrí que es común que los seres humanos busquemos soluciones rápidas y fáciles para resolver lo que necesitamos en nuestra vida cotidiana. Es decir, satisfacemos nuestra demanda con lo que hay a la mano, no nos tomamos el tiempo para buscar nuevas opciones.

En el tema de los pañales la alternativa ecológica requería regresar a los hábitos de las abuelitas: lavar y asolear, tareas que piden tiempo. Sin embargo, este proceso me sensibilizó, reaccioné ante el impacto que tenían todos esos pañales en el medio ambiente, así que una cosa llevó a otra y una noche me quedé pensando que el gasto actual eran pañales, pero en un futuro cercano serían toallas sanitarias o tampones para tres mujeres.

Esa inquietud me llevó a investigar y profundizar, no solo en el tema económico, sino en nuestro planeta. En mis 26 años de vida menstruando he gastado alrededor de Q19,000 (aproximadamente $2500.00) en productos de higiene femenina y cada toalla utilizada no se ha degradado, pues toma 500 años para que ese proceso se dé y los aplicadores de los tampones ni les cuento. 

Mi investigación me hizo contemplar el panorama completo y entender que hay dos variables importantes: la accesibilidad y el precio. No todas las mujeres en Guatemala y América Latina tienen la oportunidad de escoger sus productos de higiene en una góndola de supermercado que ofrece marcas, formas, olores y precios.

Así que pensé que era momento de introducir un producto que resolviera esas variables y al mismo tiempo contribuyera con el planeta. ¡Decidí vender copas menstruales! Un producto innovador que no provoca ninguna enfermedad, no contiene aditivos ni químicos que dañen el sistema reproductor, además tiene un tiempo de vida largo -entre 8 a 10 años- y lo mejor es lo amigable que es con el medio ambiente.

Me tiré al agua en una categoría en la que hay que romper con paradigmas culturales, pero estoy convencida de que el trabajo dará fruto y no me refiero solo a los beneficios económicos para mí sino de construir una sociedad que sea más consciente ecológicamente, mientras se ahorran mucho dinero.

Estoy en la fase de introducción, pero en este periodo he logrado tener contacto con muchas mujeres que gracias a la copa disfrutan de su periodo. Copas Menstruales Guate tiene como meta acompañar a muchas mujeres durante el cambio y creemos que en un futuro cercano aportaremos a la educación sexual de nuestro país, a través de programas educativos sobre la menstruación, un tema en el que se nos informa poco.

Estoy consciente que me espera un camino largo, pero mi motor son mis hijas, quienes conocerán de una manera muy distinta esa “primera menstruación”.