Podría escribir varios post de las veces que he fallado en algunas decisiones y productos, pero al final esas desavenencias hacen disfrutar más los logros.

Desde pequeña he tenido una fascinación por la perfumería. Cuando llegó el momento de elegir carrera, busqué una que pudiera enseñarme sobre perfumes y cosmética. Al final, decidí estudiar Ingeniería Química y en el camino descubrí una ciencia increíble que me abrió la mente a muchas posibilidades.

Por supuesto que ese amor por la cosmética se quedó atrás al graduarme y empezar a trabajar. Después de algunos años decidí que quería dedicarme a algo que me encantara y fue así como me aventuré a crear una marca de productos para el cuidado de la piel y fundé Monita.

Empecé de cero, con mucho miedo e incertidumbre, haciendo prueba tras prueba para obtener los productos perfectos. Los ingredientes que utilizaba se volvieron muy importantes, pues quería crear una marca que hiciera la diferencia en cuanto a su eficacia e impacto con el medio ambiente.

En realidad ha sido un proceso de muchos retos y no les digo las veces que he fallado en tantos productos y decisiones, podría escribir varios posts sobre eso. He tenido que exprimir esas experiencias para quedarme con la enseñanza, pues de alguna manera Monita se volvió más que una marca para mí, a través de ella he aprendido a ser más exigente con mi trabajo, a salir de mi zona de comodidad, conocer personas nuevas, arriesgarme a tomar decisiones aunque no esté segura del resultado y lo más importante es que me enseñó a perseverar.

No creas que me aventé en este emprendimiento porque Monita porque tenía una gran capital ¡No! Estuve más de ocho meses con números rojos, de verdad no fue fácil. Y debo decir que los productos estrella no salieron a la primera, de hecho sigo en el proceso de perfeccionarlos porque sé que siempre se puede dar algo mejor… Sí, parece que soy muy perfeccionista, pero este negocio lo requiere, compito con marcas internacionales que tienen cualquier cantidad de publicidad y están presentes en todas las góndolas de los supermercados, pero he descubierto que hay muchas personas buscando algo más para su propio cuidado y el del medio ambiente.

Pese a que ya empiezo a cosechar éxitos, quiero decirte que no me he acomodado ¡sigo trabajando! El título universitario es importante, pero no lo es todo. Continúo aprendiendo para que todo salga mejor, decidí seguir estudiando de química cosmética, también me apunté a cursos que me enseñen de administración, manejo de redes sociales y sitios web, contabilidad y todo lo que pueda ayudarme a hacer de Monita lo que siempre había soñado.

Ser emprendedora exige trabajo constante, dedicar muuuuucho tiempo aun en feriados y vacaciones, en tardes que no puedes acompañar a tus amigas o tu familia, recursos y esfuerzo que no se puede cuantificar. Han pasado tres años desde mi primer paso, puedo decir que no cambiaría nada de lo que he vivido para darle forma a Monita.