La filosofía feminista promueve la demonización del hombre y presenta una falsa «igualdad». ¡No seamos ingenuas! En nombre de la causa y con el aparente propósito de empoderarnos, nos están atacando y devaluando.

Ser mujer es un privilegio maravilloso, pues nos diseñaron de forma única y especial. Dios nos creó a cada una con gran esmero y el más delicado cuidado del detalle.

También a cada una de nosotras se nos ha dado una encomienda específica de acuerdo con nuestras cualidades y capacidades, de modo que las desarrollemos durante nuestra estadía aquí en la tierra… Sin embargo, no creo que esto sea una «GRAN» revelación ni un gran descubrimiento para ti, ya que lo sabemos, lo vivimos o lo escuchamos todo el tiempo. ¡Somos geniales! Sí, es verdad que algunas hemos tenido que luchar y sobreponernos a una baja autoestima, falta de amor propio, traumas, etc. En fin, eso es parte de la vida. A pesar de eso, ¡ser mujer es algo maravilloso!

También es cierto que nunca antes en la historia del mundo se han defendido los derechos de la mujer como hoy en día. Tal parece que esta es «la era de la mujer». Por supuesto que aplaudo este avance, y me parece que ya era hora de que se reconocieran nuestras capacidades como mujeres, y que se nos diera el valor y el respeto que merecemos. Al igual que las posibilidades y oportunidades para la mujer están en un gran momento, también sé que algo más serio se está cociendo detrás de bastidores con consecuencias devastadoras.

Si no nos percatamos de lo que está pasando y tomamos cartas en el asunto, los papeles de la mujer y del hombre se diluirán en un mar de caos moral y social que tendrá que vivir nuestra decencia. No podemos perder la perspectiva. Hay cosas que me preocupan seriamente. Me refiero a esas que de manera muy sutil y con aparente causa justa han permeado nuestra cultura, nuestro sistema de educación, nuestra familia y, sin ir muy lejos, nuestra forma de pensar y actuar.

¡No seamos ingenuas! A la mujer se le está atacando sin piedad desde todos los ángulos. En nombre de la causa y con el aparente propósito de empoderarlas, se están devaluando esas características propias de la mujer que nos hacen tan especiales y esenciales. Nos están vendiendo la idea de que no hay género y de que todos somos iguales. ¡Ojo! No me malinterpreten.

Todos somos seres humanos y como tales merecemos justicia y respeto. Sin embargo, hay marcadores genéticos que determinan el género. Ser mujer nos dota de cualidades y habilidades únicas, así como de tareas específicas y propias de nuestro diseño. Es injusto, y sin mencionar destructivo, ponernos en el cuadrilátero con unos oponentes que NO están en nuestro mismo nivel. Si usamos el sentido común, la filosofía de género se derrumba ante la ciencia. Dios no se equivocó al crearnos hombre y mujer. Por lo tanto, de alguna manera, somos víctimas de quienes se empeñan en borrar nuestro diseño original.

Una antigua batalla

¿Por qué se ensañan con la mujer? ¿Por qué hemos permitido llegar a este punto de abuso? La razón es más sencilla de lo que parece. Se trata de una batalla que comenzó en el huerto del Edén y que se extiende hasta nuestros días. Lo cierto es que el enemigo sabe categóricamente la importancia de la mujer, su papel y su influencia en la familia, en la sociedad y para el reino… Somos contrincantes serios y poderosos, así que su plan es llegar hasta la destrucción de la familia.

Yo me divorcié cuando mi hija era muy pequeña. Tuve que sobrevivir como madre soltera por muchos años y navegar en el campo profesional en un mundo lleno de hombres. Claro que existe la diferencia de género (es diseño divino) y que por ser mujer de alguna manera no todas las oportunidades eran iguales. Créanmelo… me tocó trabajar aún más fuerte y de manera intencional para lograr las cosas que Dios ponía delante de mí que si fuese hombre. No por esto voy a menospreciar al sexo masculino. Por el contrario, no lo hubiera logrado sin el apoyo de algún hombre en mi carrera.

La filosofía feminista promueve la demonización del hombre y presenta una falsa «igualdad». En nombre de la justicia nos han obligado a las más injustas posiciones. Nos han inculcado que para avanzar hay que destruir al hombre. Y el hombre, por su parte, cada vez está menos «masculinizado» (eso es tema para otro día). Qué interesante que por otro lado la psicología moderna esté de acuerdo en la importancia del padre y la madre en el hogar. ¡Pensemos!

Te invito a que consideres lo que digo en este artículo, que profundices en la verdadera feminidad y hasta en la verdadera masculinidad… ¿por qué no? Es necesario que nos concienticemos de la seriedad de esta corriente, a fin de poder atacarla con las armas que ya nos entregó Dios. Te sugiero que leas los libros que te señalo al final, especialmente que puedas armarte de la Palabra de Dios. La batalla ya está ganada. ¡Dios permita que críes hombres y mujeres de Dios que cumplan su propósito!

Lecturas recomendadas:
James Dobson, Cómo criar a las hijas, Tyndale Español
James Dobson, Cómo criar a los varones, Editorial Unilit
Pam Farell, La crianza de una princesa moderna, Editorial Unilit