Mamá: pastora, profeta y amiga

He sido formada por una mamá que como pastora me ha llenado de amor, como profeta ha declarado bendiciones en la familia y como amiga ha sido incondicional y generosa.

Escribir sobre Rosita María, mi Rosquita, mi mamá, es tan fácil. Aquí el reto es hacerlo en tan poco espacio, pero haré lo posible por plasmar lo que ella es. Digo “es” porque aún tengo la bendición de tenerla en esta Tierra, solo escribirlo me palpita el corazón, porque ella es un milagro viviente.

Desde que tengo razón, la he escuchado decir “todo va a estar bien”, “no se preocupen, esto va a pasar pronto”, “esto no duele tanto” o aquellas expresiones refiriéndose al futuro: “vas a llegar a ser esto”, “cuando sean profesionales”, “cuando te cases con este gran hombre”, “cuando tus hijos vayan a la universidad” (y yo era una niña), “cuando trabajes en esta empresa transnacional”. En fin siempre hablando palabras de bien, como si ella pudiese ver fácilmente lo que seríamos o tuviera una fotografía de nuestro futuro.

Fue quien bendijo mi vientre en mi primer embarazo, cuando apenas tenía 8 semanas me dijo “vas a tener un varón y tendrá estas cualidades…” Uff, leo lo que me escribió y confirmo que mi hijo es cada vez más justo como ella lo describió.

Ella es quien, incansablemente oraba por los hijos de mi hermana, aun cuando los médicos decían que no podría tenerlos, hablaba de sus nietos como si ya los conociera.

Es una mujer extremadamente fuerte y aunque sé que la mayoría destaca esta cualidad en sus madres, la mía ha dado motivos para que esa cualidad la destaque, porque no se rinde, no se queja, se sobrepone a las adversidades de forma tan rápida y tiene la cualidad de ver los problemas grandes como si fueran chiquitos.

Tiene la habilidad de llorar y al ratito estar feliz, para de estar enojada a reír a carcajadas segundos después, de ofender y pedir perdón al instante, al ser ofendida inmediamante otorga el perdón y hasta bendice a quien la ofendió.

Es inteligente, positiva, tiene la admirable habilidad de convertir Q1 en Q10. Es muy generosa y siempre ha reconocido el poder de una ofrenda y ella es quien me enseñó a diezmar y a convertir “las sobras de la comida” en un manjar para el siguiente día. Así aprendí a no desperdiciar.

Con ella me siento amada. Me sigue diciendo “hijita, mi Nice, princesita, muñeca”. Cree firmemente en mí, no tiene ni un reparo en pedirme algo (cosa que me halaga demasiado).  A la vez, es tan desprendida de las cosas materiales.

Mi mamá ha pasado por tantas adversidades, especialmente de salud que no bromeo cuando digo que perdí la cuenta, pero de todas ha salido victoriosa. De hecho, desde su nacimiento tuvo las primeras luchas, pero Dios, como su buen Padre,  la ha protegido y cuidado.

Ella ha ayudado a la niñez guatemalteca. Durante más de 25 años se desempeñó ad honórem en una organización que recibe fondos para proyectos de niños de escasos recursos. Su inteligencia y dedicación propiciaron la gestión de fondos para múltiples proyectos. Ocupó el puesto de Presidenta de la junta directiva por 7 años consecutivos.

Para ella no existe el “no”, y nunca ha tenido pena de preguntar ni pedir, por eso dedicó su vida a ayudar a otros, incluyendo a muchos matrimonios a través de cursos. Inicialmente lo hacía junto a mi papá, pero cuando él partió ella continuó con la labor.

En verdad mi mamá es una mujer atrevida y aventurera, tanto que sin hablar el inglés ha viajado a muchos países europeos y asiáticos. Mucho más que decir de esa increíble mamá que me formó, pero destaco sus cualidades como mujer de fe, resiliente, amorosa, cariñosa, dulce, pero con gran carácter. Me atrevo a compararla con Débora, la mujer que figura en la Biblia por su valentía y su valor para liderar tanto.

¡Hoy honro tu vida mujer! Licenciada Rosa Maria de Chajón, mi pastora, mi profeta, mi amiga, mi mamá.