El amor de una madre es incondicional y está disponible 24/7 ¡A toda hora y en todo lugar ese amor te abraza!

En cierta ocasión escuché a un papá decir que ya anhelaba que su hijo naciera para poder conocerlo, eso me hizo pensar que efectivamente un padre conoce a su hijo hasta que nace, mientras que las madres no debemos esperar, ya que desde que nos dan la noticia del embarazo empezamos a conocerlos y desarrollamos una conexión especial con ellos.

Es generalmente en los brazos de mamá en donde el bebé suele conciliar el sueño y no importa su edad, cuando necesita un abrazo por instinto corre a los brazos de mamá, que otorga caricias al alma, desahogo y paz en medio de la angustia.

Soy madre de cuatro hermosos tesoros que Dios me regaló, Mark nuestro hijo mayor es un empresario, casado con Paulina su ayuda idónea, me convirtieron en abuela feliz con la llegada de Gabrielito –que inspiraría otra columna–. El segundo es Oliver, muy guapo por cierto, vive en Dallas y es un gran músico. Después está Fernando, mi morenazo, encargado de toda el área de multimedia en nuestra organización y que ya anda de novio. Corona nuestra felicidad Danielita, la princesa de la casa por quien oramos mucho ya que deseábamos una niña después de muchos varoncitos y hoy está próxima a casarse.

Creo que como madre les he dado todo el amor que he podido, porque entiendo a quienes han crecido sin el amor de su madre, regularmente suelen ser adultos con dificultad para relacionarse y amar a otras personas.

Creo que Dios diseñó la maternidad para proveer de amor a las siguientes generaciones, pues Él mismo es amor, así que podemos resaltar que las mamás son un regalo para nuestras vidas.

Mamá es quien instruye a su hijo y quien con su ejemplo da el cimiento con el que regirá su vida, esta influencia empieza de pequeño e impacta hasta su vida de adulto.

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Actualmente este rol se ha delegado a los profesores, los amigos, los parientes o peor aún, a las redes sociales y esta carencia se manifiesta en la sociedad.

El poder de la oración

Fui mamá de tiempo completo. Trabajaba en casa, los llevaba y recogía del colegio, hacíamos tareas, vivimos las típicas peleas y desafíos propios del círculo familiar, sé que esa labor y el tiempo que les dediqué les ayudó a crecer con valores bien cimentados y no me refiero a que sean perfectos, son humanos y como tal están llenos de virtudes así como de imperfecciones.

Pero más allá de haberlos acompañado en cada etapa de su vida, jamás he dejado de orar por ellos. Sigo doblando rodillas y pidiéndole al Padre que los guíe.

La oración de una madre acompaña a sus hijos siempre. Primero, cuando son bebés y les sube la fiebre; al llegar a la adolescencia la oración se hace necesaria especialmente en esa etapa de la rebeldía. En la universidad nos corresponde orar para que nada se interponga en su camino. Después, intercedemos para que su decisión de casarse sea la certera y que tengan matrimonios sólidos… Cuando nacen los nietos la oración sigue siendo necesaria para que Dios los llene de sabiduría para criar a sus hijos. En fin, diariamente la oración es indispensable.

Y si te preguntas ¿cómo empezar o cómo recuperar el tiempo que no has orado por ellos? En todo lo relacionado al Dios no hay tiempo perdido y el mejor tiempo es hoy. La mejor oración es cuando podemos abrir nuestro corazón y exponer los miedos, las dudas o las inseguridades que podemos tener para que el Padre celestial se quede con esos sentimientos y los reemplace con Su propia Palabra.

Mientras te dejo la inquietud que inicies o incrementes tu camino de oración por tus hijos, también aprovecho para invitarte a que puedas abrazar a tu mamá. Como madre sabemos cuánto poder hay en dar y recibir un abrazo, si la tienes cerca, no pierdas la oportunidad de disfrutar de su amor.