El nido vacío
- Familia, Maternidad
- septiembre 13, 2018
Cuando pienso en navidad y fin de año, vienen a mi mente los colores rojo, verde y dorado. Mi mamá siempre me decía que esos eran los colores de la navidad. Recuerdo tamales, ponche y el pavo relleno que hacía mi abuelita, también son inolvidables los regalos, largas colas para pagar en el centro comercial
Despegaba nuestro avión y mi segundo hijo, de apenas cuatro años, se asoma a la ventanilla y con un tono de tristeza decía: me voy de mi tierra Guatemala y no sé cuando volveré”. En ese instante me hice la fuerte, me tragué el dolor de dejar a mi padre, mi vida y mis sueños.
Nací en la ciudad capital de Guatemala, pero desde hace 15 años vivo en Nueva York. Guatemala es mi país, pero Nueva York es mi hogar. Mi llegada a esta ciudad fue un nuevo comienzo. Justo ese año, mi madre partió a la presencia de Dios. Me hizo prometer que regresaría de vacaciones… Así que
Olores, colores sabores que uno extraña y hacen falta estando lejos de Guate, lejos de casa. Cosas que mi hija ‘chapina’ 100% pero criada fuera de Guate, tristemente desconoce. El ponche. La manzanilla. El pino. La hoja de tamal cocinándose sobre brasas. El aserrín enmarcando el nacimiento en el zaguán. El sonido de las tortugas
He estado pasando un tiempo de acomodarme para compartir con personas de otros países, con costumbres y tradiciones diferentes, aunque en el corazón llevo los recuerdos de mis navidades en Guatemala».
Pasamos las fiestas con unos amigos que nos adoptaron y fueron nuestra familia en tierra extraña, al compartir con ellos reflexioné que lo más importante son las personas que nos rodean y la capacidad de adaptarnos y amar a los otros en el país en que nos alcance diciembre con sus fiestas y sus nostalgias»